Que el relato concerniente a blasfemar el Nombre santo venga después de la descripción de cómo debía ser dispuesto el pan de la Presencia significa que a fin de disfrutar a Cristo en Su plenitud como nuestra luz y alimento (vs. 1-9), debemos santificar el Nombre santo y no profanarlo (cfr. Mt. 6:9). Santificar el nombre del Señor es honrar y respetar el Nombre santo al separarlo como algo único y no mezclarlo con otros nombres comunes.
