Véase la nota Lv. 4:34c, párr. 1.
Véase la nota Lv. 4:34c, párr. 1.
No dar testimonio de la verdad respecto a lo que sabemos pone al descubierto que nuestra entrega a Dios no es absoluta. Fracasar en esto equivale a ser deshonesto e infiel, a diferencia de nuestro Dios, quien es fiel y honesto. En realidad, este versículo habla sobre el acto de mentir, en el cual está involucrado Satanás mismo, el padre de mentira (Jn. 8:44).
Aquí la palabra cadáver representa muerte. Las diferentes clases de animales mencionados en este versículo tipifican diferentes clases de personas (Lv. 11:1-30 y las notas), y los cadáveres de estos animales representan las diferentes clases de muerte espiritual que pueden propagarse entre el pueblo de Dios en la vida de iglesia. Independientemente de su clase, la muerte es impura, inmunda y contaminante. A los ojos de Dios, lo más aborrecible es la muerte (cfr. 1 Co. 15:26). Según la tipología en el Antiguo Testamento, la muerte contamina aún más que el pecado. Véase la nota Lv. 11:312.
O, que se arrastra, que repta.
Aquí la inmundicia de hombre representa la inmundicia del hombre natural, de la vida natural. Todo lo que secreta el hombre natural y la vida natural, ya sea bueno o malo, es inmundo (cfr. Mt. 15:17-20; 16:21-25). Véase la nota Lv. 12:21 y nota Lv. 15:21.
Hablar a la ligera delante de Dios, expresando nuestra opinión de manera apresurada, descuidada e imprudente, indica que no vivimos para Dios ni le tememos (cfr. Mt. 17:24-27).
La ofrenda por las transgresiones representa a Cristo como ofrenda que resuelve el problema referente a los pecados en nuestra conducta. Experimentamos la ofrenda por las transgresiones como resultado de disfrutar —en comunión con el Dios Triuno y en la luz divina (1 Jn. 1:3-9)— a Cristo en calidad de holocausto, ofrenda de harina, ofrenda de paz y ofrenda por el pecado. Véase la nota Lv. 4:34c, párr. 1 y 2. Que Cristo sea la ofrenda de harina en Su humanidad perfecta le hace apto para ser la ofrenda por las transgresiones (véase la nota Mr. 12:371).
La ofrenda por las transgresiones podía consistir en una hembra del rebaño —sea oveja o cabra—, dos tórtolas o dos palominos, o la décima parte de un efa de flor de harina (vs. 5-7, 11). Esto significa que la ofrenda por las transgresiones presentada por nuestros pecados manifiestos, para la cual incluso con un poco de flor de harina basta, es más liviana que la ofrenda por el pecado, la cual requiere de un becerro o, por lo menos, un cordero (Lv. 4:4, 32).
Aquí la ofrenda por las transgresiones se convierte, a la postre, en la ofrenda por el pecado (vs. 6-8, 11-12). Esto nos recuerda que nuestros pecados son producto del pecado que mora en nuestro ser. La redención efectuada por Cristo resuelve el problema referente al pecado en sus dos aspectos: el pecado en nuestra naturaleza interna y los pecados en nuestra conducta externa. Véase la nota Lv. 4:34c, párr. 1.
Dos tórtolas o dos palominos, uno para la ofrenda por el pecado y el otro para el holocausto, conforman la ofrenda por las transgresiones. Esto significa que la fuente de toda transgresión es el pecado interno en nuestra carne, y el motivo por el cual cometemos transgresiones es que no vivimos absolutamente entregados a Dios. Por tanto, al tomar medidas con respecto a nuestras transgresiones, es necesario que también tomemos medidas con respecto a la fuente de nuestros pecados y a lo que los motiva.
Lit., él.
Rociar sobre un lado del altar parte de la sangre de la ofrenda por las transgresiones (v. 9a; Lv. 7:2) significa que los pecadores sean rociados con la sangre de Cristo (1 P. 1:2). Que el resto de la sangre fuese exprimida al pie del altar significa que la sangre de Cristo es la base para el perdón de Dios a los pecadores (Mt. 26:28; Ef. 1:7; He. 9:22).
La flor de harina aquí tipifica la humanidad de Jesús. Esto indica que cometemos pecados no sólo porque el pecado está en nuestra naturaleza y no sólo porque nuestra entrega a Dios no es absoluta (véase la nota Lv. 5:71), sino también porque estamos carentes de la humanidad de Jesús. En Su humanidad, Jesús no tiene pecado y vive absolutamente entregado a Dios. Ofrecer la décima parte de un efa de flor de harina como ofrenda por el pecado significa que únicamente basta con una pequeña porción de la humanidad de Jesús para aniquilar toda cosa negativa en nuestro ser y para proveernos el suministro que necesitamos.
Que no se pusiera aceite ni olíbano en la ofrenda por el pecado significa que ni el Espíritu Santo ni la fragancia de la resurrección de Cristo tienen relación alguna con el pecado. Cfr. la nota Lv. 2:13 y la nota Lv. 2:14.
Lit., su puñado.
Que un puñado de flor de harina ardiera en el altar sobre las ofrendas de Jehová presentadas por fuego indica que la harina fina de la ofrenda por las transgresiones ofrecida para el perdón de nuestros pecados tiene como base el derramamiento de sangre sobre el altar (He. 9:22), y significa que Cristo, quien es perfecto, es ofrecido como nuestra ofrenda por las transgresiones con base en el derramamiento de Su sangre en la cruz (Col. 1:20).
Que el resto de la flor de harina para la ofrenda por las transgresiones perteneciera al sacerdote significa que el Cristo redentor es el alimento de aquel que sirve.
Que un carnero del rebaño, sin defecto, valuado según el siclo del santuario, fuese ofrecido como ofrenda por las transgresiones (vs. 15, 18; 6:6) significa que Cristo, por ser Aquel en quien no hay pecado y que da la talla conforme al criterio divino, es apto para ser la ofrenda por las transgresiones ofrecida por los pecados que cometimos contra las cosas santas de Dios, contra Dios mismo o contra el hombre al cometer las transgresiones enumeradas en los vs. 15, 17 y 6:2-5.
Hacer restitución y añadir a ello la quinta parte, tanto aquí como en Lv. 6:4-5, significa que aquel que ofrece la ofrenda por las transgresiones debe ser justo en las cosas materiales según el criterio, la medida y el estándar divinos (cfr. Lc. 19:8).