Aquí el marido representa a Cristo el Señor (Ro. 7:2-4). Como creyentes, todos tenemos a Dios como nuestro Padre y a Cristo como nuestro Señor. Puesto que somos como mujeres que están en la casa de su Padre y que tienen a Cristo como su Marido, no tenemos derecho a tomar la decisión final con respecto a nuestros votos. La decisión final deberá ser tomada por Dios el Padre o por Cristo el Señor. Esto indica que en relación con Dios el Padre y Cristo el Señor, los creyentes han perdido sus derechos. Así pues, ni delante de Dios el Padre, ni ante Cristo el Señor, tenemos derecho alguno (cfr. Ro. 1:1 y la nota 2, párr. 1).