Significa las aldeas de Jair.

Dt. 3:13, 15; Jos. 13:31; 17:1
Significa las aldeas de Jair.
Aquí, Rubén y Gad contrajeron tal obligación debido a que habían optado por su propia elección con respecto a su porción de la tierra (vs. 1-5). En nuestro servicio al Señor, tenemos que aprender a renunciar a nuestra propia elección a fin de no contraer una obligación con Dios y con Su pueblo.
La tierra que Rubén y Gad pidieron podía ser ocupada sin tener que cruzar el río Jordán, lo cual representa al viejo hombre que no ha sido aniquilado y sepultado (véanse las notas de Jos. 3:16-17; 4:1-12). Únicamente después que nuestro viejo hombre ha sido aniquilado y sepultado (Ro. 6:3-6) estamos en posición de poseer al Cristo todo-inclusivo como la buena tierra para nuestro disfrute.
No fue incorrecto por parte de las dos tribus, Rubén y Gad, pedir lo prometido por Dios (vs. 1-5); lo incorrecto fue querer recibir esto en conformidad con su propia elección de lo que consideraban mejor. A la postre, su tierra sería la primera parte de la tierra de Israel que sería conquistada por los invasores gentiles del este (1 Cr. 5:25-26). En asuntos espirituales, es mucho mejor no actuar conforme a nuestra propia elección, sino dejar las cosas en las manos del Señor y permitirle actuar según Su elección (cfr. Gn. 13:5-18).
Lo dispuesto de antemano con respecto a la repartición de la buena tierra, como se describe en los últimos cinco capítulos de este libro, tipifica la manera de compartir el disfrute de Cristo en toda Su riqueza. Para entonces, el pueblo escogido y redimido por Dios, después de conformar un ejército sacerdotal que combatiría por Dios y proseguiría en su jornada con Él, había sido preparado por Dios para tomar posesión de la buena tierra, la cual tipifica al Cristo todo-inclusivo como la porción asignada por Dios a los creyentes en Cristo (véase la nota Dt. 8:71).