El alimento de Dios consistía de las ofrendas que Su pueblo le presentaba, las cuales tipifican los diversos aspectos de Cristo (véanse las notas de Lv. caps. 1—7), quien es la realidad de todas las ofrendas del Antiguo Testamento y las reemplaza (He. 10:5-9). Cristo es el alimento diario de Dios (vs. 3-8), Su alimento semanal (v. 9), Su alimento mensual (vs. 11-15) y Su alimento anual (Nm. 28:16-31; 29:1-38). Por tanto, el alimento de Dios se relaciona con la vida que Su pueblo lleva diaria, semanal, mensual y anualmente.