Las tres clases de contaminación respecto de las cuales tomó medidas el campamento de Israel tipifican toda la inmundicia de la cual es necesario depurar a la iglesia. La lepra representa todo lo malo que procede del hombre natural, especialmente cuando hay rebelión (véase la nota Lv. 13:22a). En términos espirituales, padecer flujo representa toda manifestación excesiva, anormal y descontrolada que proceda del hombre natural, lo cual indica que uno carece de control y restricción en relación con uno mismo, con su temperamento, sus preferencias, sus gustos y aversiones (véase la nota Lv. 15:21 y la nota Lv. 15:41). La inmundicia producida por tener contacto con los muertos representa la contaminación propia de la muerte espiritual como producto del contacto con quienes están muertos espiritualmente (véanse las notas de Lv. 11:31). Dios es justo, santo y viviente. Por tanto, ninguna de estas tres clases de contaminación puede ser tolerada en la morada de Dios, ni en Su ejército ni en Su sacerdocio.