Los profetas menores hablaron de las maldades, la podredumbre y la corrupción de Israel, pero Israel fue obstinado y no quiso escucharles. A la postre, Dios se vio obligado a enviar a los asirios y babilonios a manera de fuego que habría de juzgar, castigar y disciplinar a Su pueblo rebelde y apóstata.
Aquí, alcanzar inocencia significa no hacerse ídolos.
Samaria era la capital del reino norteño de Israel (1 R. 16:29), y su becerro era un ídolo (v. 6), la imagen de un becerro de oro (cfr. 1 R. 12:28; Éx. 32:4).
2 R. 15:13, 17, 25
El pacto de Jehová consiste en que Jehová ata a Israel en Sus santos requisitos y justas condiciones, y la ley de Jehová consiste en que Jehová regula a Israel en conformidad con lo que Él mismo es, esto es: amor, luz, santidad y justicia (véase la nota Éx. 20:11).
