La muerte de Salomón (vs. 41-43) ocurrió en medio de lúgubre desilusión. Su gloria decayó como la flor de la hierba (Mt. 6:29; 1 P. 1:24) y su espléndida carrera llegó a convertirse en “vanidad de vanidades”, como él había predicado (Ec. 1:2). Sin embargo, lo hecho por Dios a través de él como tipo de Cristo permanece para siempre (véase la nota 1 R. 2:11).
A la luz de la vida espiritual, es claro que Salomón era un hombre sabio, pero no un hombre espiritual; un hombre capaz, pero no un hombre de vida; un hombre cuya sabiduría era un don, pero no la medida de vida en él. Sus logros evidencian la capacidad proveniente del don de sabiduría que Dios le concedió, mas no son manifestación de la capacidad propia de la madurez de la vida divina. Nuestras capacidades, independientes de la vida, son como una serpiente que envenena al pueblo de Dios; la vida divina es como una paloma, que suministra vida al pueblo de Dios. Cfr. la nota Rt. 4:181.
El disfrute que Salomón tuvo de la buena tierra dada por Dios llegó a su apogeo mediante el don que Dios le concedió. Sin embargo, debido a su medida tan reducida de madurez en la vida espiritual, él fue separado del disfrute de la buena tierra en la economía de Dios a causa de su desenfreno al dar rienda suelta a su concupiscencia. Su padre David, un hombre conforme al corazón de Dios, fracasó al cometer este mismo pecado vil y horrible (2 S. 11). El fracaso de Salomón ante esta tentación satánica fue mucho mayor que el de su padre. Esto hizo que sus descendientes perdieran más del noventa por ciento de su reino y que el pueblo de los elegidos de Dios sufriera división y confusión durante muchas generaciones. A la postre, ellos perdieron la tierra dada por Dios y fueron llevados al cautiverio a tierras extranjeras idólatras. La nación de Israel continúa sufriendo a causa del fracaso de Salomón. ¡Esto debe servirnos de advertencia y voz de alarma! Tenemos que ser cuidadosos. Incluso un pequeño fracaso al dar rienda suelta a nuestra concupiscencia puede dañar a la iglesia y anular los aspectos espléndidos de la vida de iglesia.