Al casarse con la hija del rey de Egipto, Salomón siguió el ejemplo de su padre en cuanto a dar rienda suelta a su concupiscencia para obtener una esposa gentil (2 S. 11). Esto anulaba la separación que debía haber existido entre el pueblo santo de Dios y el pueblo del cosmos satánico, el mundo inicuo. Salomón no fue debidamente regulado ni restringido por la ley de Dios, en la cual Dios mandaba a Israel no unirse en matrimonio a los gentiles, pues ellos harían que Israel adorase ídolos (Éx. 34:16; Dt. 7:3-4; Jos. 23:12-13). Así, Salomón desobedeció a Dios en lo referido a llevar a cabo la economía de Dios, según la cual todos los gentiles idólatras que ocupasen la tierra debían ser destruidos (Dt. 7:2). Además, el matrimonio de Salomón con una egipcia sentaría las bases para que, en el futuro, Salomón cayera en corrupción y ruina (cap. 11; cfr. Gá. 6:7-8).