Aunque Saúl derrotó a los amonitas y parecía ser una persona atractiva y humilde, lo que Samuel le recuerda a Israel (1 S. 11:14-15; 12:1-25) indica que, según lo percibido por Samuel, la nación de Israel todavía no era el reino de Dios sobre la tierra; más bien, era la monarquía personal de Saúl. El reino de Dios fue establecido primero bajo David, cuando el trono de Dios fue establecido en Jerusalén (2 S. 7:12-16; cfr. Mt. 21:43).