La luz de la aurora, el alba, representa a Cristo en Su venida (Lc. 1:78; 2 P. 1:19). Esta figura también podría representar el hecho de ser reavivados cada mañana. La vida cristiana es como el nacimiento del sol al amanecer (Jue. 5:31; Mt. 13:43). Por ser cristianos, deberíamos hacer como el sol y ser reavivados así como experimentar un nuevo comienzo cada mañana; luego, debemos continuar ascendiendo y resplandeciendo más y más hasta que el día alcance su plenitud.