Los subsiguientes libros del Antiguo Testamento son una larga crónica de las generaciones con las que se dio continuidad al linaje humano para la encarnación de Cristo (Mt. 1:17).

Los libros de Josué y Jueces nos muestran el mover que Dios realiza en Su Espíritu económico, el Espíritu de poder (Hch. 1:8), mientras que el libro de Rut nos muestra el mover que Dios realiza en su Espíritu esencial, el Espíritu de vida (Ro. 8:2). Tal como vemos en el caso de Sansón, los jueces actuaron en el Espíritu de poder, pero no en el Espíritu de vida. El Espíritu de Dios vino con poder sobre Sansón (Jue. 13:25; 14:6, 19), pero él, así como muchos de los jueces, no tenía control sobre su concupiscencia desenfrenada (véase la nota Jue. 8:16¹, la nota Jue. 9:5¹ y la nota Jue. 14:1¹). En cambio, el libro de Rut no trata sobre el poder, sino sobre la vida. Noemí, Rut y Booz fueron personas llenas de vida al máximo. Ningún juez fue antepasado de Cristo. Fueron Rut y Booz quienes participaron en dar continuidad a la línea del linaje humano para que Cristo saliese de la eternidad y entrase a la esfera temporal, para que Cristo fuese introducido con Su divinidad en la humanidad. Esto demuestra que sólo la vida hace posible que Cristo sea producido. Sólo la vida puede dar continuidad al linaje humano apropiado, conservando así la tenue línea requerida para introducir a Dios en la humanidad, producir a Cristo, ministrarlo a los demás y abastecer a todo el linaje humano con Cristo. Esto no fue logrado por los jueces, sino por Rut y Booz, quienes tomaron el camino de la vida.

Al obtener un marido y un hogar que le dieran reposo, Rut recibió una recompensa, un beneficio, en pro de la economía de Dios. En primer lugar, ella obtuvo un marido redentor, el cual tipifica a Cristo como Marido redentor de los creyentes (Ro. 7:4). En segundo lugar, el solvente Booz redimió a Rut de la deuda contraída por su difunto esposo (vs. 1-9), lo cual tipifica el hecho de que los creyentes fueron redimidos por Cristo —el Redentor todopoderoso y omnipotente— del pecado de su viejo hombre, su viejo esposo. En tercer lugar, Rut llegó a ser un antepasado crucial en la genealogía que engendró la casa real de David a fin de que Cristo fuese producido (vs. 13-22; Mt. 1:5-16). Esto indica que Rut obtuvo un beneficio todo-inclusivo y todo-extensivo, el cual incluía la posición y la capacidad requeridas para introducir a Cristo en el linaje humano. Así pues, ella fue un eslabón importante en la cadena que está llevando a Cristo a todos los confines de la tierra. Por último, Rut también dio continuidad a la línea del linaje humano creado por Dios con miras a la encarnación de Cristo (Mt. 1:17). Por medio de Booz y Rut pudo darse continuidad a la línea del linaje humano que daría lugar a la encarnación de Cristo.

Rut, una gentil, incluso una moabita, fue unida a los elegidos santos de Dios y llegó a ser una heredera que participó de la santa herencia mediante su unión con aquel de entre el pueblo elegido y santo que la redimió. Esto no es meramente un tipo, sino una prefiguración completa de que —en su unión con Cristo— los pecadores gentiles serían introducidos a la heredad divina junto con Israel, los elegidos de Dios, mediante la redención efectuada por Cristo (Hch. 26:16-18; Ef. 3:6).

Véase Mt. 1:3a y las notas.

Esto es según algunas versiones antiguas (cfr. v. 10). El texto en hebreo dice: lo adquieres también de Rut la moabita.

Lit., fulano de tal.