El cuidado y la liberación provistos por Dios a quienes erraban hambrientos según los vs. 4-9, a quienes estaban aprisionados en tinieblas y en sombra de muerte según los vs. 10-16 (cfr. Hch. 26:18), a quienes estaban enfermos a causa de su camino de transgresión según los vs. 17-22 (cfr. Mt. 9:2), a los navegantes de mar según los vs. 23-32 y a los menesterosos según los vs. 34-43, tipifican el cuidado y la liberación que Dios provee a Sus creyentes en la vida de iglesia. Conforme a la revelación del Nuevo Testamento, el cuidado y la liberación que Dios provee a los creyentes requiere que Cristo en Su ascensión esté sentado a la diestra de Dios, según es revelado en Sal. 110. Debido a que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote en los cielos quien intercede por nosotros (Ro. 8:34; He. 7:25), el cuidado de Dios es el cuidado que Cristo nos manifiesta y la liberación de Dios es la liberación que Cristo efectúa a favor nuestro.