Véase la nota Sal. 104:351a. Este salmo es la alabanza que los elegidos de Dios ofrecen por la exaltación de Dios (vs. 4-5) y Su humildad (v. 6) al cuidar de los humildes y menesterosos (vs. 7-9). La humildad de Dios se manifestó en Su encarnación. Cristo se humilló a Sí mismo y, a causa de Su humildad, fue exaltado (Fil. 2:5-11).