La oración de David en la que pide venganza de sus enemigos es contraria al Nuevo Testamento, que nos enseña a amar a nuestros enemigos, bendecir a quienes nos persiguen y orar por ellos (Mt. 5:44; Lc. 6:27, 35; Ro. 12:14, 20). En el libro de Salmos las palabras concernientes al odio del salmista hacia sus enemigos, sus peticiones a Dios de ser vengado de sus enemigos así como sus maldiciones en contra de otros, no son las palabras de Dios sino las palabras que surgieron de los sentimientos naturales del salmista en medio de sus alabanzas a Dios. Tales palabras fueron registradas en las Santas Escrituras por el Espíritu de Dios para servir al propósito de Dios de poner al descubierto la condición espiritual de los salmistas, esto es, que aunque los salmistas amaban a Dios e iban en pos de Él, ellos seguían siendo personas naturales, y no espirituales, en sus sentimientos.