En los vs. 1-4 David le pidió a Dios que vindicase su justicia, proclamó ser un hombre piadoso a quien Dios apartó para Sí mismo y a quien Dios oía cuando éste clamaba a Él, e incluso amonestó a otros a no pecar. A la luz de su gran fracaso al asesinar a Urías y robarle su esposa (2 S. 11), él debía haberle pedido a Dios que lo iluminase a fin de poder ver cuán vil y pecaminoso era.