Cuando la iglesia sea agrandada como ciudad (cfr. Ap. 21:22 y la nota 1), en la cual disfrutamos a Dios como nuestro todo (Sal. 46), Dios someterá a los pueblos y las naciones por medio de dicha ciudad y regirá sobre toda la tierra en Cristo como el gran Rey (véase la nota Sal. 46:101).