Este salmo es el clímax de la revelación respecto a la ciudad de Dios. Únicamente en la ciudad, la cual representa la iglesia fortalecida y agrandada, podrá Dios ser manifestado grande y muy digno de alabanza (cfr. Ef. 3:20-21).
Sal. 42 título
Este salmo es el clímax de la revelación respecto a la ciudad de Dios. Únicamente en la ciudad, la cual representa la iglesia fortalecida y agrandada, podrá Dios ser manifestado grande y muy digno de alabanza (cfr. Ef. 3:20-21).
Aquí, Su monte santo se encuentra en aposición a la ciudad de nuestro Dios, lo cual indica que el monte es la ciudad. Tanto el monte como la ciudad representan el reino de Dios.
Sion era la ciudad del rey David (2 S. 5:7), el centro de la ciudad de Jerusalén, donde el templo como morada de Dios en la tierra fue edificado (Sal. 9:11; 74:2; 76:2; 135:21; Is. 8:18). Sion, dentro de Jerusalén, tipifica el cuerpo de vencedores, los Dios-hombres que han sido perfeccionados y alcanzaron la madurez, dentro de la iglesia que es la Jerusalén celestial (He. 12:22; Ap. 14:1-5). Sion es la característica sobresaliente y la hermosura de Jerusalén, la santa ciudad (v. 2; 50:2), y como tal, tipifica a los vencedores como la cumbre, el centro, la elevación, el fortalecimiento, el enriquecimiento, la hermosura y la realidad de la iglesia (vs. 2, 11-12; 20:2; 53:6; 87:2). Los vencedores, como Sion, son la realidad del Cuerpo de Cristo y llevan a su consumación la edificación del Cuerpo en las iglesias locales a fin de que sea producida la santa ciudad consumada, la Nueva Jerusalén, que es el Lugar Santísimo como morada de Dios, en la eternidad (Ap. 21:1-3, 16, 22). En el cielo nuevo y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén en su totalidad se convertirá en Sion, donde todos los creyentes serán los vencedores (Ap. 21:7 y la nota 1).
La ciudad representa a la iglesia universal como el reino de Dios (Mt. 16:18-19), y los palacios dentro de la ciudad representan a las iglesias locales. Dios es conocido en todas las iglesias locales de la iglesia universal.
Las torres y los baluartes (v. 13) tienen por finalidad combatir contra los enemigos para proteger la ciudad, y los palacios (v. 13) sirven de morada al rey. Todas estas referencias indican las funciones que le corresponden a la iglesia (Ef. 6:10-20; 2:20-22).
Sal. 22:30; 78:4, 6
Al disfrutar de Dios en la ciudad, Dios es nuestro refugio (Sal. 46:1), nuestro alto escondite (46:7) y nuestro guía. Este disfrute de Dios es realizado por medio de Cristo, en Cristo y con Cristo, y es experimentado en la iglesia universal como el Cuerpo de Cristo y en las iglesias locales como las expresiones del Cuerpo.
El libro de Salmos indica que primero es necesario que experimentemos a Cristo. Después, Cristo nos conducirá a la iglesia local para que disfrutemos a Dios (Sal. 23:6). Cuando la iglesia como casa de Dios es agrandada y fortalecida, ella llega a ser la ciudad: el reino donde Dios reina y gobierna (Mt. 16:18-19). En la iglesia como casa disfrutamos de Dios en el aspecto de Su morada; en la iglesia como ciudad disfrutamos de Dios en el aspecto de Su gobierno y reinado.