Otro resultado adicional de morar en Dios, tomándolo como nuestro todo al vivir en Su casa, es que estamos firmemente plantados en Su casa y florecemos con las riquezas de Su vida divina al grado de dar fruto incluso en la vejez (vs. 12-14).

Otro resultado adicional de morar en Dios, tomándolo como nuestro todo al vivir en Su casa, es que estamos firmemente plantados en Su casa y florecemos con las riquezas de Su vida divina al grado de dar fruto incluso en la vejez (vs. 12-14).
O, mezclado; ésta es la misma palabra usada en Lv. 2:4 (véase la nota 3 allí). Otro resultado de morar en Dios como nuestra habitación es que nos mezclamos con el aceite fresco, que representa al Espíritu consumado (Éx. 30:23-25 y la nota Éx. 30:251), el cual es fresco y actual.
Antes de morar en Dios como nuestra habitación, tal vez hayamos estado abatidos o hayamos sido derrotados con frecuencia. Un resultado adicional de morar en Dios es que nuestro cuerno (nuestra fuerza para combatir) es exaltado por encima de nuestros enemigos espirituales (Ef. 6:10-13).
Lit., esto.
En referencia, quizás, a un resonante crescendo musical o a una pausa coral meditativa.
El salmo 92 muestra cuál es el resultado de la experiencia más profunda de Dios que tienen los santos en su identificación con Cristo al tomar a Dios como su morada (Sal. 90; Sal. 91). El primer resultado es que los santos se regocijan en las grandes obras de Jehová (vs. 1-9). Cuando moramos en Dios, al tomarlo a Él como nuestra habitación, vemos Sus grandes obras en la realización de Su economía y nos regocijamos en ellas (véase la nota Sal. 45:44).