Aunque Roboam era bastante capaz y sabio, y aunque su reino estaba afirmado sobre el terreno apropiado de la unidad y él se ciñó de manera fundamental a las enseñanzas de Moisés conforme a la revelación de Dios, Roboam no laboró en pro de los intereses de Dios en la tierra a fin de edificar el reino de Dios; más bien, él laboró en pro de sus propios intereses, por lo cual hizo que el reino de Dios se transmutara en una monarquía al servicio no solamente de él mismo, sino también de sus descendientes (vs. 22-23). Debido a esto, él perdió la mayor parte de su reino. El reino de su padre, Salomón, fue glorioso y espléndido, pero poco después que Roboam comenzó a reinar, él perdió casi todo el reino (2 Cr. 10:1-19; 11:1-4). Él sufrió esta pérdida debido a que fracasó al no laborar en pro de los intereses de Dios. Cfr. la nota 1 S. 31:61.
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