Que experimentemos a Cristo y lo ofrezcamos a Dios depende de nuestro libre albedrío.
Que experimentemos a Cristo y lo ofrezcamos a Dios depende de nuestro libre albedrío.
La preparación de los obreros dotados para la edificación de la morada de Dios es mencionada en los vs. 10, 30-35; 36:1-2 y Éx. 38:22-23. Véanse las notas de Éx. 31:1-11.
Aunque obtenidos por los hijos de Israel mientras estuvieron en Egipto (Éx. 12:35-36), los materiales ofrecidos a Dios para la construcción del tabernáculo fueron llamados ofrendas elevadas, ofrendas mecidas y ofrendas voluntarias (vs. 5, 21-22, 24, 29; 36:3). Todas estas ofrendas tipifican a Cristo en los diversos aspectos en que el pueblo de Dios, de manera práctica, puede experimentarlo, disfrutarlo y ganarlo en su diario vivir a fin de, luego, ofrecerlo a Dios. Véase la nota Éx. 25:21, párr. 1.
Con respecto a los vs. 5-9, véanse las notas de Éx. 25:2-7.
Que se hable aquí sobre guardar el Sábado antes de presentar los mandamientos respecto a la construcción del tabernáculo con su mobiliario y a las vestiduras sacerdotales, indica que antes de que el pueblo de Dios labore para Él, éste tiene que reposar con Él. El proceder según el cual primero laboramos para Dios y después disfrutamos de la gracia y el reposo, es conforme a la ley. Según la gracia, primero disfrutamos de la gracia y reposamos con el Señor, y después laboramos para Él (cfr. 1 Co. 15:10). Véase la nota Éx. 31:131.
Para la edificación de la morada de Dios, tenemos necesidad de un corazón que ha sido impulsado y que impulsa, así como de un espíritu dispuesto (Esd. 1:5-6; 1 Co. 15:58).
O, artesano.