Después de los primeros dos conflictos con Faraón, Dios usó diez plagas para castigar a los egipcios a fin de que liberaran a Su pueblo, así como para educar a los egipcios y a Su pueblo sobre la naturaleza de la vida en el mundo a fin de que estuvieran dispuestos a abandonar tal vivir mundano. Las diez plagas pueden agruparse en cuatro categorías. El primer grupo incluye las plagas de la sangre, las ranas y los piojos (Éx. 7:15-25; 8:1-19); el segundo grupo, las plagas de las moscas, la peste y los furúnculos (Éx. 8:20-32; 9:1-12); el tercer grupo, las plagas del granizo, las langostas y las tinieblas (Éx. 9:13-35; 10:1-29); y el cuarto grupo, la plaga que dio muerte a los primogénitos (Éx. 11:1-10; 12:29-30). Las plagas del primer grupo irritaron, pero no lastimaron; las plagas del segundo grupo causaron daño físico a los animales y a los seres humanos; las plagas del tercer grupo destruyeron el medio ambiente; y la última plaga puso fin a la vida mundana. Mediante estas diez plagas, Dios hizo posible el éxodo de Su pueblo escogido fuera de Egipto y puso completamente al descubierto cuál es la naturaleza y el resultado de la vida en el mundo (cfr. Ap. 16:1-21).