Lit., a él.

Lit., a él.
Lit., dinero.
Lit., él.
Lit., caiga en.
El amor es la motivación y el requisito indispensable para el servicio continuo del esclavo. El Señor Jesús amó al Padre (Su Amo, Jn. 14:31), a la iglesia (Su esposa, Ef. 5:25) y a todos los creyentes (Sus hijos, Gá. 2:20b; Ef. 5:2). Motivado por tal amor, Él estuvo dispuesto a ser un esclavo. Todos los que creen en Cristo, le pertenecen y tienen Su vida —una vida que sirve— deben tomarle como su modelo (Mt. 20:26-28; Ro. 1:1; Fil. 2:5-8; Gá. 5:13; Ef. 5:2).
Liberar un esclavo en el año sabático significa que el hombre caído, esclavo del pecado (Ro. 7:14), puede ser liberado por Cristo, quien es el reposo provisto por Dios (Jn. 8:36 véase la nota He. 4:91).
La primera ordenanza respecto a la manera en que el hombre se relaciona con sus semejantes trata sobre la relación que existe entre un amo y su esclavo. Esto indica que a fin de cumplir con las ordenanzas de la ley, tenemos que estar dispuestos a sacrificarnos para servir a otros. Para guardar la ley se requiere tener el espíritu, el amor y la obediencia de un esclavo (Mt. 20:26-27; 22:36-40; Jn. 14:31; Ro. 13:8-10; Gá. 5:13-14). El siervo descrito en estos versículos tipifica a Cristo, quien se despojó a Sí mismo, tomó forma de esclavo, se humilló y se sacrificó para servir a Dios y al pueblo de Dios (Fil. 2:5-8; Mt. 20:28; Ef. 5:2, 25).
El homicidio y las mentiras que se hallan en el interior del hombre significan que el diablo, quien es la fuente de todo homicidio y el padre de mentiras, opera en el hombre caído (v. 14; 23:1-2; Jn. 8:44; 1 Jn. 3:12).
Según Nm. 35:6, 9-15, éstas eran las ciudades de refugio, adonde podían huir aquellos que habían matado a otros por accidente. Véase la nota Nm. 35:61a.
Las ordenanzas en los vs. 7-11, 16, 33-36; 22:21-25 y Éx. 23:4-5, 9-11 sirven de suplemento a la ley respecto a la relación que el hombre tiene con sus semejantes; y las ordenanzas en Éx. 22:28-30 y Éx. 23:14-19 sirven de suplemento respecto a la relación que el hombre tiene con Dios.
Un esclavo debe permanecer en la posición de uno que no hace nada por cuenta propia, sino que únicamente actúa conforme a la palabra de su amo y, por tanto, deberá tener sus oídos abiertos para oír la voz de su amo (Jn. 5:30; Sal. 40:6; Is. 50:4-5).
Otros traducen: los jueces.
En el aspecto negativo, la ley con sus ordenanzas indica que el hombre es un ser caído, vive en el ámbito de la caída y además, está involucrado con Satanás, se relaciona con demonios y está esclavizado por el pecado que mora en él. En el aspecto positivo, las ordenanzas de la ley revelan que Dios es bondadoso, lleno de gracia y amoroso, y que Él se preocupa por la humanidad, incluyendo a los siervos, las viudas, los huérfanos y los peregrinos. Además, Cristo, la cruz, la redención y la economía de Dios están anunciados, implícitos y representados en las ordenanzas.
Las ordenanzas de la ley requieren que el hombre salvaguarde la vida humana; que honre a sus padres; que mantenga puro el matrimonio; que sea justo, equitativo, honesto, fiel, digno de confianza y bondadoso; que asista al menesteroso; que no sea codicioso de viles ganancias, sino que esté dispuesto a dar; y que sea un hombre santo para con Dios, sujeto a Él y a Su autoridad, y le sirva mediante las ofrendas a fin de que regularmente celebre banquete junto con Dios en Su presencia.