Durante los años en que Su pueblo anduvo vagando, Dios tuvo misericordia de ellos y los bendijo, pese a que eran carnales y estaban llenos de incredulidad. La misericordia de Dios va más lejos que Su gracia (véase la nota 1 Ti. 1:133b, la nota 2 Ti. 1:21b, la nota Tit. 3:52d y la nota He. 4:162b). Cuando la gracia de Dios se extiende al grado de llegar hasta donde nos encontramos, se convierte en misericordia. Puesto que Su misericordia llegó hasta nosotros y estamos bajo Su misericordia, Dios puede bendecirnos.