Esta ofrenda era dada en añadidura a los diezmos (Dt. 14:22-27). Al igual que los diezmos, una porción de las primicias de todos los frutos debía ser ofrecida a Dios y disfrutada junto con Él en el lugar de Su elección. Véase la nota Dt. 12:51.
Esta ofrenda era dada en añadidura a los diezmos (Dt. 14:22-27). Al igual que los diezmos, una porción de las primicias de todos los frutos debía ser ofrecida a Dios y disfrutada junto con Él en el lugar de Su elección. Véase la nota Dt. 12:51.
O, errante.
Véase la nota Dt. 14:281.
O, la morada de Tu santidad.
Esto indica que si, por amor a Dios, cuidamos de los necesitados en la iglesia, Dios ciertamente bendecirá nuestra labor y lo que emprendamos. Esta bendición será para nosotros un beneficio dado por Dios (cfr. 2 Co. 9:6). Aparentemente estamos dando, pero en realidad recibimos. No obstante, más bienaventurado es dar que recibir (Hch. 20:35).
En esta sección (14:1—26:19) en que se proclama nuevamente la ley, vemos implícitos cinco principios rectores concernientes a nuestra conducta:
1) con respecto a Dios, ser santificado y temerle;
2) con respecto a uno mismo, ser justo y puro;
3) con respecto a los demás, ser bondadoso y generoso;
4) con respecto a los animales, ser perdonador y compasivo y
5) con respecto al diablo, rechazarlo y mantenerse apartado de él.
Todo el pueblo de Dios debe practicar estos principios por medio de la vida divina.
Véase la nota Éx. 19:51b.