Véase la nota Ec. 3:121a. El hombre debe disfrutar de la provisión de Dios para llevar la vida humana así como de la vida matrimonial para garantizar la existencia y multiplicación de la humanidad (vs. 7-10) a fin de llenar la tierra (Gn. 1:28), de modo que Dios pueda salvar a algunos hombres a fin de producir la iglesia —el Cuerpo de Cristo—, cuyo resultado será la Nueva Jerusalén, la cual es el agrandamiento y expresión eternos de Dios según la economía eterna de Dios.