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Capítulos de libros «El Cantar de Los Cantares»
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  • Este versículo retrata la hermosura de la que ama a Cristo manifestada en su sencillez y perspicacia por el Espíritu (ojos como palomas) —hermosura que resulta invisible para los de afuera (detrás de tu velo)— así como la hermosura que manifiesta en su sumisión y obediencia al haber sido alimentada por Dios (cabellos como rebaño de cabras), alimentación que subyuga su desobediencia en medio de la gente desobediente.

  • Esto retrata la hermosura de la que ama a Cristo manifestada en que recibe el alimento divino por su poder que ha pasado por la operación de la cruz (dientes como rebaño de ovejas trasquiladas), poder que fue purificado por el lavamiento del Espíritu (que suben del lavadero) y que fue fortalecido doblemente así como equilibrado (las crías gemelas), sin haber perdido su fuerza (ninguna ha perdido su cría).

  • Ésta es la hermosura de la que ama a Cristo manifestada en su hablar impregnado con la redención de Cristo y con Su autoridad (labios como hilo de escarlata, Jos. 2:21; Mt. 27:28-29) mediante su preciosa boca, así como la hermosura manifestada en su expresión (las mejillas) llena de vida (la granada) y oculta (detrás de tu velo).

  • La que ama a Cristo es hermosa al tener una voluntad sumisa a Cristo (cuello como la torre de David, cfr. Is. 3:16) y rica en poder defensivo (los broqueles y los escudos de valientes).

  • Esto habla de la hermosura de la que ama a Cristo manifestada en su fe y amor tiernos, que son fortalecidos doblemente (dos pechos, Gá. 5:6; 1 Ti. 1:14) y nutridos (se apacientan) en el ámbito de una vida pura y que confía (entre los lirios, Mt. 6:28).

  • Después de experimentar a Cristo en Su dulce muerte y en Su fragante resurrección (Cnt. 2:14-17; 3:1-5), la que ama a Cristo —al ir en pos de Cristo de manera más profunda— toma la determinación de permanecer en la dulce muerte de Cristo (el monte de mirra) y en Su fragante resurrección (el collado de olíbano) hasta que su Amado regrese (despunte el día y huyan las sombras, cfr. 2 P. 1:19). Tal parece que a la amada no le importa si su Amado está con ella o no, siempre y cuando ella permanezca en el monte de mirra y en el collado de olíbano. Sin embargo, no es posible experimentar la muerte y resurrección de Cristo como algo separado y aparte de Cristo mismo. La muerte, la resurrección, la ascensión y el Espíritu de Cristo son, en realidad, Cristo mismo (Ro. 6:3; Jn. 11:25; Ef. 2:6; Ro. 8:9-10). Si permanecemos en Cristo, quien es el Espíritu en nuestro espíritu (Ro. 8:16), y tenemos a Cristo con nosotros, entonces estaremos en Su muerte, Su resurrección y Su ascensión. Esto es experimentar a Cristo, disfrutar a Cristo.

    Dios, en Su economía, no desea que experimentemos algo de Cristo; más bien, Él ha determinado que disfrutemos a Cristo mismo en muchos aspectos. La muerte, la resurrección, la ascensión y el Espíritu son las cuatro condiciones en las cuales Cristo es disfrutado por nosotros. Morir con Cristo es disfrutar a Cristo en Su muerte. Él siempre está presente en Su dulce muerte para ser disfrutado por nosotros (Gá. 2:20a). Ser resucitados juntamente con Cristo es disfrutar al Cristo resucitado y vivificante (Jn. 12:24). Vivir en ascensión es disfrutar a Cristo en la condición de ascensión (Col. 3:1-3). Si disfrutamos a Cristo en ascensión, también lo disfrutamos en resurrección como nueva creación de Dios. La ascensión, la nueva creación de Dios y la resurrección son, todas, una sola. Además, Cristo no solamente está en las condiciones de Su muerte, resurrección y ascensión, sino que también está en la condición de Espíritu vivificante. Él es el vivificante y todo inclusivo Espíritu de Jesucristo para nosotros (1 Co. 15:45; Fil. 1:19). Allí donde está el Espíritu, está Cristo, y es en este Espíritu que disfrutamos a Cristo.

  • Aquí Cristo expresa Su aprecio por aquella que le ama a fin de prepararla para que reciba Su llamado a vivir con Él en Su ascensión como Su nueva creación en resurrección, en vez de permanecer en el monte de mirra y el collado del olíbano (v. 6). La nueva creación es únicamente lo que está en ascensión en resurrección. Todo el que esté en Cristo y en Su resurrección es una nueva creación (2 Co. 5:17). La resurrección y la nueva creación guardan estrecha relación con la ascensión de Cristo; en realidad, la resurrección y ascensión de Cristo son una sola cosa (cfr. Ef. 2:5-6). Si estamos en Su resurrección, también estamos en Su ascensión.

  • Aquí Cristo le pide a Su amada que, como Su novia, venga a mirar junto con Él desde Su ascensión (el Líbano), el lugar más elevado de la verdad (Amana) y de la victoria de Cristo en Su lucha (Senir y Hermón), y desde los lugares celestiales de los enemigos (las guaridas de los leones y los montes de los leopardos). Cristo llama a Su amada a vivir con Él en Su ascensión, así como antes la llamó a permanecer en Su cruz (Cnt. 2:14). Cuando la que ama al Señor vive en ascensión, ella y Cristo viven en una misma condición, la condición de ascensión, como una pareja. Cristo es divino y humano, y Su amada transformada es humana y divina. Ellos son iguales en vida y naturaleza, por lo cual se complementan mutuamente a la perfección.

  • El Líbano, un monte elevado, representa la ascensión como la cumbre de la resurrección (2 R. 19:23 véase la nota Jn. 6:31). Véase la nota Cnt. 4:71.

  • Que significa verdad. La verdad se refiere a la realidad del Dios Triuno consumado, el Cristo todo-inclusivo con Su redención completa y el Espíritu siete veces intensificado, vivificante, compuesto y todo-inclusivo. Estas realidades son los tres del Dios Triuno. Cfr. la nota 1 Jn. 1:66.

  • Que significa armadura suave. Que la armadura sea suave, y no dura, significa que el enemigo, Satanás, ha sido derrotado, que la guerra terminó y que se obtuvo la victoria (He. 2:14; Col. 2:15). En la ascensión de Cristo no tenemos que combatir, pues el enemigo ya fue derrotado. Vestimos armaduras suaves para disfrutar de nuestra victoria en Cristo.

  • Que significa destrucción. En la ascensión de Cristo tenemos las cumbres positivas de la verdad (Amana), la victoria (Senir) y la destrucción del enemigo.

  • Las guaridas de los leones y los montes de los leopardos representan los lugares celestiales, donde están Satanás y sus subordinados (los leones y los leopardos). La victoria ya fue lograda, pero Satanás y sus fuerzas malignas todavía están allí, en los lugares celestiales (Ef. 3:10 y la nota 3). Cristo llama a Su amada a mirar desde allí, lo cual indica que debemos llevar una vida en ascensión, por encima de los poderes malignos (véase la nota Ef. 6:124e). Aquí combatimos contra Satanás y su poder de las tinieblas al ser fortalecidos en el Señor y en el poder de Su fuerza, al ponernos toda la armadura de Dios, al resistir las estratagemas del diablo, al recibir el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios, y al orar siempre en el espíritu para la edificación del Cuerpo de Cristo y la propagación del evangelio (Ef. 6:12-20). Ésta es la realidad de vivir en la ascensión de Cristo.

  • La silenciosa respuesta de la que ama a Cristo, mediante una mirada rápida (una mirada de tus ojos) y mediante su sumisión a las instrucciones de Dios (una sarta de tu collar, Pr. 1:8-9), cautivó el corazón de Cristo.

  • Cristo considera que Su amada es uno con Él en naturaleza (hermana, cfr. He. 2:11) y que es Su novia (vs. 9-10, 12; 5:1). Cfr. la nota Cnt. 1:11a, párr. 2.

  • Al considerar que Su amada es uno con Él en naturaleza y también Su novia, Cristo disfruta de su hermoso amor, el cual es mucho mejor que el vino, y de sus ungüentos, que son los ungüentos del Rey (1:3) y son más fragantes que todas las especias.

  • Cristo disfruta de su palabra como miel virgen (que restaura al débil, 1 S. 14:24-29), la cual procede de sus labios, y como miel y leche (que restaura al débil y alimenta a los inmaduros, 1 Co. 3:1-2; 1 P. 2:2), que están debajo de su lengua. Además, Él disfruta de la fragancia de su conducta (los vestidos, Ap. 19:8) como fragancia de la ascensión (el Líbano, véase la nota Cnt. 4:82).

  • Al vivir en la ascensión de Cristo como nueva creación en resurrección, a fin de crecer en vida y ser transformada por dicha vida, la novia transformada de Cristo llega a ser una persona madura en las riquezas de la vida de Cristo, de modo que se convierte en cuatro cosas: un huerto que satisface a Cristo (Cnt. 4:12-19; 5:1; 6:2-3), la morada de Dios con su respectiva protección (Cnt. 6:4a), los cuerpos celestes que son la luz universal (Cnt. 6:10a) y un terrible ejército, que es el vencedor corporativo: la Sulamita (Cnt. 6:4, 10, 13, y las notas). Aquí el huerto es un huerto cerrado, en el cual hay un manantial encerrado, una fuente sellada, para el disfrute de Cristo en privado, lo cual indica que al experimentar a Cristo, nosotros —los creyentes que le buscamos— debemos tener algo en privado, oculto, cerrado y sellado, lo cual está reservado únicamente para Cristo. El manantial es el Espíritu de vida, como se ve en el río de agua de vida en Ap. 22:1. La fuente es el origen del manantial, que es el trono de Dios.

  • Véase la nota Cnt. 4:92.

  • Heb. pardés, que significa un huerto cerrado; la palabra paraíso es afín a este término. En el disfrute que Cristo tiene de Su amada, ella es un huerto cerrado donde crecen toda clase de plantas de colores diversos, que representan las diversas expresiones de la vida interior, y cuyas fragancias son variadas, que representan la rica expresión de la vida madura (vs. 13-14). Esto se convierte en la hermosura de la amada para el Señor. La que ama a Cristo es ahora rica en vida, pues produce frutos nutritivos y refrescantes, despide dulces fragancias y exhibe hermosos colores para el disfrute de Cristo.

  • La fuente de huertos y el pozo de aguas vivas del Espíritu vivificante (Jn. 7:38-39) son corrientes que proceden de la vida de resurrección y ascensión (el Líbano). La fuente y el manantial brotan de los vencedores en corrientes que fluyen a partir de lo que ellos son y de dónde están.

  • La que ama a Cristo desea que tanto el entorno difícil (el viento del norte) como el entorno placentero (el viento del sur) operen en ella, quien es un huerto, de modo que su fragancia sea propagada. Ella le pide a su Amado que entre en ella como en un huerto y disfrute de sus mejores frutos.

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