Después de experimentar a Cristo en Su dulce muerte y en Su fragante resurrección (Cnt. 2:14-17; 3:1-5), la que ama a Cristo —al ir en pos de Cristo de manera más profunda— toma la determinación de permanecer en la dulce muerte de Cristo (el monte de mirra) y en Su fragante resurrección (el collado de olíbano) hasta que su Amado regrese (despunte el día y huyan las sombras, cfr. 2 P. 1:19). Tal parece que a la amada no le importa si su Amado está con ella o no, siempre y cuando ella permanezca en el monte de mirra y en el collado de olíbano. Sin embargo, no es posible experimentar la muerte y resurrección de Cristo como algo separado y aparte de Cristo mismo. La muerte, la resurrección, la ascensión y el Espíritu de Cristo son, en realidad, Cristo mismo (Ro. 6:3; Jn. 11:25; Ef. 2:6; Ro. 8:9-10). Si permanecemos en Cristo, quien es el Espíritu en nuestro espíritu (Ro. 8:16), y tenemos a Cristo con nosotros, entonces estaremos en Su muerte, Su resurrección y Su ascensión. Esto es experimentar a Cristo, disfrutar a Cristo.
Dios, en Su economía, no desea que experimentemos algo de Cristo; más bien, Él ha determinado que disfrutemos a Cristo mismo en muchos aspectos. La muerte, la resurrección, la ascensión y el Espíritu son las cuatro condiciones en las cuales Cristo es disfrutado por nosotros. Morir con Cristo es disfrutar a Cristo en Su muerte. Él siempre está presente en Su dulce muerte para ser disfrutado por nosotros (Gá. 2:20a). Ser resucitados juntamente con Cristo es disfrutar al Cristo resucitado y vivificante (Jn. 12:24). Vivir en ascensión es disfrutar a Cristo en la condición de ascensión (Col. 3:1-3). Si disfrutamos a Cristo en ascensión, también lo disfrutamos en resurrección como nueva creación de Dios. La ascensión, la nueva creación de Dios y la resurrección son, todas, una sola. Además, Cristo no solamente está en las condiciones de Su muerte, resurrección y ascensión, sino que también está en la condición de Espíritu vivificante. Él es el vivificante y todo inclusivo Espíritu de Jesucristo para nosotros (1 Co. 15:45; Fil. 1:19). Allí donde está el Espíritu, está Cristo, y es en este Espíritu que disfrutamos a Cristo.