El Señor se entregó voluntariamente al proceso de la muerte, como lo había indicado en Jn. 10:17-18, y lo hizo valientemente.
El Señor se entregó voluntariamente al proceso de la muerte, como lo había indicado en Jn. 10:17-18, y lo hizo valientemente.
Véase la nota Jn. 18:11a.
Yo Soy es el nombre de Jehová (así también en los vs. 6, 8). Véase la nota Jn. 8:241b. Cuando los soldados oyeron este nombre, retrocedieron y cayeron a tierra.
Mientras el Señor sufría la traición a manos de Su falso discípulo y era arrestado por los soldados, seguía cuidando de Sus discípulos. Esto revela que Él estaba tranquilo mientras pasaba por el proceso de la muerte.
Esta palabra también muestra que el Señor estaba dispuesto a pasar por el proceso de la muerte.
El Señor era el Cordero de Dios (Jn. 1:29), y fue inmolado el día de la Pascua (v. 28). Tal como el cordero pascual era examinado antes de ser inmolado (Éx. 12:3-6), así también Él fue examinado por toda la humanidad, representada por el sumo sacerdote judío y el gobernador romano, y se halló que no tenía defecto (v. 38; 19:4, 6). Véase la nota Mr. 12:371.
Mientras juzgaban al Señor, tanto el sumo sacerdote de la religión judía como el gobernador del Imperio romano fueron juzgados por Él en Su dignidad.
La residencia oficial del gobernador.
Una referencia a la cuarta vigilia, de las tres de la madrugada a las seis de la mañana.
Los judíos solían ejecutar a los criminales apedreándolos (Lv. 24:16). Pero el Señor Jesús predijo, según el tipo del Antiguo Testamento (Nm. 21:8-9), que Él sería levantado (Jn. 3:14; 8:28; 12:32). Por la soberanía de Dios, poco tiempo antes de la crucifixión del Señor, el Imperio romano había decretado que los criminales sentenciados a muerte debían ser crucificados. El Señor fue ejecutado de esta manera; esto es evidencia de que la muerte del Señor no fue casual, sino que fue determinada de antemano por Dios (Hch. 2:23).
Véase la nota Jn. 18:211.
Lit., proveniente de; así también en el v. 37.
El mundo.
En vista de la revelación completa de este libro, aquí verdad denota la realidad divina corporificada, revelada y expresada en Cristo como Hijo de Dios. Véase la nota Jn. 1:146d y la nota 1 Jn. 1:66.