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Capítulos de libros «El Evangelio de Juan»
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  • Véase la nota Mt. 27:292.

  • La residencia oficial del gobernador.

  • Un término arameo procedente del hebreo, que significa lugar elevado. Éste debió de haber sido un lugar elevado, como una plataforma elevada, enlosado con piedras hermosas, tal como lo indica la palabra griega que se traduce Enlosado, mencionada antes en este versículo.

  • Véase la nota Mt. 27:621.

  • Es decir, las seis de la mañana.

  • Esta injusta sentencia de ambas partes manifestó la ceguera de la religión y las tinieblas de la política.

  • Aquí el hebreo representa la religión hebrea, el latín la política romana, y el griego la cultura griega. Estos tres en conjunto representan la totalidad del mundo, toda la humanidad. Esto significa que el Señor Jesús como Cordero de Dios fue muerto por toda la humanidad y para el bien de ella.

  • Lo que Pilato escribió no fue idea suya; lo hizo por la soberanía de Dios.

  • En la crucifixión, el Señor fue privado del derecho de estar vestido (vs. 23-24) y de beber (vs. 28-30), así como de vivir.

  • Una prenda parecida a una camisa.

  • Esto no fue idea de los soldados, sino que venía de la soberanía de Dios.

  • Salomé (Mr. 15:40), la esposa de Zebedeo y la madre de Jacobo y de Juan (Mt. 27:56).

  • En Lc. 23:43 el Señor le dijo a uno de los dos ladrones crucificados junto con Él: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Esa palabra se refería a la salvación, ya que el Evangelio de Lucas demuestra que el Señor es el Salvador de los pecadores. Aquí, en los vs. 26-27, el Señor dijo a Su madre: “He ahí tu hijo”, y al discípulo a quien Él amaba: “He ahí tu madre”. Estas palabras indican una unión de vida, puesto que este evangelio testifica que el Señor es la vida impartida en Sus creyentes. Por medio de esta vida Su discípulo amado podía ser uno con Él y llegar a ser el hijo de Su madre, y ella podía llegar a ser la madre de Su discípulo amado.

  • Véase la nota Jn. 19:261.

  • La sed es un anticipo de la muerte (Lc. 16:24; Ap. 21:8). El Señor Jesús sufrió esto por nosotros en la cruz (He. 2:9).

  • En Mt. 27:34 y Mr. 15:23, le ofrecieron al Señor vino mezclado con hiel y mirra como una bebida estupefaciente antes de Su crucifixión; pero Él no quiso beberla. En este versículo, al final de Su crucifixión, le ofrecieron vinagre a modo de burla (Lc. 23:36).

  • En Su crucifixión el Señor seguía trabajando, y por medio de Su crucifixión Él terminó la obra de Su muerte todo-inclusiva, mediante la cual efectuó la redención, puso fin a la vieja creación, y liberó Su vida de resurrección para producir la nueva creación y así cumplir el propósito de Dios. En el proceso de la muerte, Él les demostró a Sus opositores y a Sus creyentes, por la manera en que se comportó, que Él era la vida. Las horribles circunstancias de la muerte no lo atemorizaron en lo más mínimo; más bien, sirvieron de contraste para demostrar contundentemente que Él, como vida, era contrario a la muerte y que ésta no podía afectarlo de ninguna manera. Por lo tanto, la obra que el Señor concluyó aquí incluía la redención, el fin de la vieja creación, la liberación de Su vida de resurrección y la manifestación de Sí mismo como la vida que no puede ser afectada por la muerte.

  • Dos sustancias salieron del costado traspasado del Señor: sangre y agua. La sangre efectúa la redención y así quita los pecados (Jn. 1:29; He. 9:22) para comprar la iglesia (Hch. 20:28). El agua imparte vida y así acaba con la muerte (Jn. 12:24; 3:14-15) para producir la iglesia (Ef. 5:29-30). La muerte del Señor, por un lado, quita nuestros pecados, y por otro, nos imparte vida. Por lo tanto, tiene dos aspectos: el aspecto redentor y el aspecto de impartir vida. La redención tiene como fin impartir vida. Lo narrado en los otros tres Evangelios muestra solamente el aspecto redentor de la muerte del Señor; lo narrado en Juan muestra no sólo el aspecto redentor, sino también el de impartir vida. En Mt. 27:45, 51; Mr. 15:33; Lc. 23:44-45 aparecieron las tinieblas, un símbolo del pecado, y se rasgó el velo del templo, que separaba al hombre de Dios. Estas señales están relacionadas con el aspecto redentor de la muerte del Señor. Las palabras pronunciadas por el Señor en la cruz, en Lc. 23:34, “Padre, perdónalos” y en Mt. 27:46, “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has desamparado?” (puesto que Él llevaba nuestros pecados en ese momento), también muestran el aspecto redentor de Su muerte. Pero el agua que fluyó y los huesos que no fueron quebrados, como lo menciona Juan en los vs. 34, 36, son señales que se relacionan con la muerte del Señor en su aspecto de impartir vida (véase la nota Jn. 19:261). La muerte que imparte vida liberó la vida divina del Señor desde Su interior, para que se produjera la iglesia, la cual se compone de todos Sus creyentes, en quienes se ha impartido la vida divina. La muerte del Señor, la cual imparte vida, es tipificada por el sueño de Adán, del cual fue producida Eva (Gn. 2:21-23), yes representada por la muerte del grano de trigo que cayó en la tierra para llevar mucho fruto (Jn. 12:24), para hacer un solo pan, el Cuerpo de Cristo (1 Co. 10:17). Por lo tanto, también es la muerte que propaga y multiplica la vida, la muerte que genera y reproduce.

    El costado abierto del Señor fue tipificado por el costado abierto de Adán, del cual Eva fue producida (Gn. 2:21-23). La sangre fue tipificada por la sangre del cordero pascual (Éx. 12:7, 22; Ap. 12:11), y el agua fue tipificada por el agua que fluyó de la roca golpeada (Éx. 17:6; 1 Co. 10:4). La sangre formó una fuente para la purificación del pecado (Zac. 13:1), y el agua llegó a ser la fuente de vida (Sal. 36:9; Ap. 21:6).

  • Fue indudablemente por la soberanía de Dios que estas cosas sucedieron de una manera tan significativa y maravillosa. Esto demuestra una vez más que la muerte del Señor no fue casual, sino que había sido planeada por Dios antes de la fundación del mundo (1 P. 1:19-20).

  • En las Escrituras la primera vez que se menciona un hueso es en Gn. 2:21-23 allí se le sacó una costilla a Adán para producir y edificar a Eva como el complemento para Adán. Eva era un tipo de la iglesia, la cual es producida y edificada con la vida de resurrección del Señor que salió de Él. Por lo tanto, el hueso es un símbolo, una figura, de la vida de resurrección del Señor, la cual es inquebrantable. El costado del Señor fue traspasado, pero ninguno de Sus huesos fue quebrado. Esto significa que aunque la vida física del Señor fue aniquilada, Su vida de resurrección, la misma vida divina, no puede ser lastimada ni dañada por nada. Ésta es la vida con la cual la iglesia es producida y edificada; también es la vida eterna, la cual recibimos al creer en Él (Jn. 3:36).

  • El Señor, después de morir para efectuar la redención e impartir vida, pasó inmediatamente de un entorno en el cual sufría a uno de honra. José, un hombre rico (Mt. 27:57), y Nicodemo, un principal entre los judíos (Jn. 3:1), se encargaron de Su sepultura, envolvieron Su cuerpo con mirra y áloes, y lo sepultaron en una tumba nueva entre los ricos (Is. 53:9). En honra humana del más alto nivel, el Señor descansó en el día de Sábado (Lc. 23:55-56), esperando el momento para resucitar de entre los muertos.

  • Véase la nota Jn. 12:31.

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