Jonás fue el profeta que se volvió de Israel hacia los gentiles y que fue puesto en el vientre del gran pez. Después de estar allí tres días, salió y llegó a ser una señal a esa generación para arrepentimiento (Jon. 1:2, 17; 3:2-10). Él tipificaba a Cristo, el cual, como Profeta enviado por Dios a Su pueblo (Dt. 18:15, 18), iba a volverse de Israel a los gentiles, ser sepultado en el corazón de la tierra tres días, y luego resucitaría, llegando a ser así una señal a esa generación para salvación. Lo que el Señor dijo aquí implica que para aquella generación judía tan religiosa, una generación maligna y adúltera, la única señal que el Señor les iba a dar sería morir y resucitar, que es la señal más significativa, a fin de que, si creían, fueran salvos.