Los primeros treinta y cinco capítulos de este libro tratan sobre la disciplina amorosa que Dios aplica a Su amado Israel y el justo juicio que Él ejecuta sobre las naciones, todo ello con la finalidad de que Sus elegidos se vuelvan a Él con miras a que las cosas creadas puedan ser restauradas y pueda ser introducido el Cristo todo-inclusivo. En esta coyuntura, todos y todo han sido desechados por Dios, y Cristo, el Único que es apto, ha venido. En los caps. 36—39 Isaías provee un ejemplo valiéndose de Ezequías, el rey de Judá. En este ejemplo Isaías muestra cómo una persona como Ezequías, que fue designado rey en el reino de Dios, una persona piadosa, uno que oraba y recibía respuestas milagrosas de parte de Dios, a la postre no fue un éxito sino un fracaso debido a que se gloriaba en sí mismo y buscaba sus propios intereses. Por tanto, al final, él también fue desechado por Dios. Véanse las notas en los caps. 37—39.
