Is. 9:8-21; 10:1-34 nos muestra que tanto los oprimidos, el reino de Israel, como los opresores, el reino de Asiria, estaban bajo el juicio de Dios. Estos dos juicios, en realidad, son uno solo (Is. 10:22-23). Después del tiempo de Salomón, la nación de Israel fue dividida en el reino norteño de Israel y el reino sureño de Judá (1 R. 11:26-43; 12:1-20). Debido a que el reino de Israel había caído al grado de encontrarse en el mismo nivel que las naciones gentiles e, incluso, aliarse al rey de Aram (Is. 7:1), Israel no solamente se encontraba bajo la disciplina de Dios, sino también bajo Su juicio. La disciplina de Dios para con Israel (Efraín, v. 9) se convirtió en Su juicio sobre Israel.
