Véase la nota Jer. 1:181.
Véase la nota Jer. 1:181.
Es decir, pronuncias. Lo dicho por Jehová aquí con respecto a pronunciar cosas preciosas podría indicar que Él consideraba que algunas cosas dichas por Jeremías en los versículos anteriores no tenían valor alguno.
Los vs. 19-21 son la respuesta de Jehová a las quejas de Jeremías (vs. 10-18). En Su respuesta, Él le dio a Jeremías una comisión adicional. El uso de la segunda persona singular te, tú y ti podría ser indicación adicional de que Dios consideraba que Jeremías era uno con Israel (véanse los vs. 13-14 y la nota Jer. 15:131a). Tanto Israel como Jeremías, quien estaba muy desilusionado, necesitaban retornar a Dios a fin de ser restaurados por Él.
Según la totalidad de la revelación contenida en la Santa Biblia, las palabras de Dios son buen alimento para nosotros, y es necesario que las comamos (Sal. 119:103; Mt. 4:4; He. 5:12-14; 1 P. 2:2-3). La palabra de Dios es el suministro divino como alimento que nos nutre. Por medio de la palabra como alimento, Dios imparte Sus riquezas a nuestro ser interior a fin de nutrirnos para que seamos constituidos con Su elemento. Éste es un aspecto crucial de la economía de Dios. Cuando comemos las palabras de Dios, Su palabra se convierte en la alegría y el gozo de nuestro corazón.
Cfr. la nota Sal. 3:71.
El uso de tus y vosotros en los vs. 13-14, que tienen como referente tanto a Israel como a Jeremías, indica que Dios consideraba al profeta Jeremías como alguien que era uno con Israel y consideraba a toda la nación de Israel como una sola entidad. Debido a que Jeremías formaba parte de esta entidad, cuando las riquezas y los tesoros de Israel fueron dados a sus enemigos, también Jeremías empobreció.
Con el uso de hierro aquí, se hace referencia a los babilonios. Dios le aseguraba a Jeremías que usaría a los babilonios para castigar a Israel.
Dios se había propuesto juzgar al pueblo de Israel y envió a Jeremías a fin de que les dijera que usaría a los babilonios para castigarlos (vs. 12-13). Ellos respondieron persiguiendo a Jeremías (v. 15; 11:19; 18:18-23; 20:1-2, 7-10), y esto hizo que él se sintiera desilusionado. Mientras Jeremías se quejaba, Dios vino para hablarle a fin de infundirle aliento y fuerzas (v. 11). Esto indica que Dios siempre estaba con Jeremías. Al hablarle a Jeremías, Dios no le habló como el Ser Divino, como el Poderoso, sino casi como si Él fuera un ser humano, pues le habló de una manera muy humana y personal. Según el relato de este libro, Dios, al tratar con Su pueblo, con frecuencia les habló de este modo (p. ej., 2:1—3:5; 3:12—4:2; 16:10-18).
Los vs. 5-9 son un relato que muestra al Jehová que castiga suspirando por Su pueblo castigado. Una y otra vez Dios había determinado castigar a Israel, pero se había arrepentido. Ahora, Él le decía a Jeremías que estaba cansado de arrepentirse y ya no se arrepentiría. Esto muestra cuán malvado se había hecho Israel y cuán paciente era Dios con ellos.
Véase la nota 2 R. 21:111a.