Las quejas de Job contra sus amigos (vs. 1-5) y ante Dios mismo demuestran que era una persona muy sensible. Al ser tan sensible, llegó a pensar que los demás procuraban hacerle daño y malinterpretó a Dios pensando que había enviado Sus tropas contra él (v. 12). A diferencia de Job, Pablo podía regocijarse en todo cuanto sucedió con él (Fil. 1:18; 4:4; Col. 1:24). Véase la nota Job 3:111.