El cap. 1 de Josué trata sobre tomar posesión de la tierra, lo cual tipifica ganar a Cristo, y el cap. 2 trata sobre obtener las personas apropiadas a fin de producir a Cristo para que Cristo sea propagado y crezca (Jn. 3:30). Dios proveyó a Josué para que fuese poseída la tierra, y Él proveyó a una mujer gentil, Rahab la ramera, para la propagación de Cristo. Rahab era una cananea, quien estaba bajo condenación y debía ser destruida, pero se convirtió en uno de los antepasados principales de Cristo. Al volverse a Dios y a Su pueblo así como al casarse con Salmón (Mt. 1:5a), quien era hijo de uno de los líderes de Judá —una tribu principal de Israel (1 Cr. 2:10-11)— y probablemente uno de los dos espías, ella llegó a estar asociada con Cristo en Su encarnación para el cumplimiento de la economía eterna de Dios. Esto es prueba contundente de que la historia relatada en Josué está alineada con la economía eterna de Dios en lo concerniente a Cristo. Véase la nota Mt. 1:51a.