Considerarnos muertos no es una técnica, sino que es un creer espontáneo, es decir, espontáneamente nos consideramos muertos como consecuencia de haber visto los hechos revelados en este capítulo. Debemos ver y creer los hechos, reconocerlos y, conforme a ellos, considerarnos muertos al pecado y vivos para Dios.
Sin embargo, considerarnos muertos no es lo que causa la muerte y por sí solo no puede llevar a cabo la muerte de Cristo en nosotros. Sólo cuando disfrutemos al Espíritu (revelado en el Ro. 8), experimentaremos la muerte todo-inclusiva y eficaz de Cristo, así como Su resurrección y el poder de ésta. Todo esto es revelado en este capítulo. Este capítulo muestra los hechos objetivos que Cristo ha realizado por nosotros; estos hechos requieren que los creamos y que, conforme a ellos, nos consideremos muertos al pecado y vivos para Dios. El cap. 8 muestra la obra subjetiva del Espíritu al hacer que los hechos cumplidos por Cristo sean reales en nuestra experiencia práctica; esto requiere que tengamos comunión con Él y que le disfrutemos. Los hechos de los cuales nos habla este capítulo pueden llegar a ser nuestra experiencia sólo en el Espíritu revelado en el cap. 8.