Esto indica que Dios nos escogió para que fuéramos vasos de honra a fin de poder contenerle. Dios creó al hombre como un vaso que le pudiera contener; luego, de entre los muchos vasos, nos escogió a nosotros para que le contuviéramos a Él, el Dios de honra, a fin de ser vasos de honra. Finalmente, Él da a conocer Su gloria sobre nosotros, los vasos, para que lleguemos a ser vasos de Su gloria (v. 23). Todo esto proviene de Su misericordia y es conforme a ella; no lo podemos obtener por nuestros propios esfuerzos. Por esta razón, debemos adorarle a Él. ¡Le debemos adorar por Su misericordia!