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Capítulos de libros «La Primera Epístola de Pablo a Los Tesalonicenses»
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  • Es decir, la perseverancia que resulta de tener nuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

  • La elección que Dios hizo antes de la fundación del mundo con miras a Su propósito eterno (Ef. 1:4). Los apóstoles sabían que los hermanos, amados por Dios, fueron escogidos así por Él para el cumplimiento del deseo de Su corazón.

  • Los apóstoles no sólo predicaban el evangelio, sino que también lo vivían. Ministraban el evangelio no sólo mediante palabras, sino también mediante una vida que exhibía el poder de Dios, una vida en el Espíritu Santo y en la certidumbre de su fe. Ellos eran el modelo de las buenas noticias que divulgaban.

  • Ya que los predicadores eran el modelo del evangelio, los creyentes llegaron a ser sus imitadores. Esto guió a los creyentes a seguir al Señor, a tomarle como su modelo (Mt. 11:29).

  • La palabra predicada por Pablo contenía al Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo— comunicándolo y transmitiéndolo a los creyentes de Cristo. Esta palabra como evangelio divino fue recibida por los tesalonicenses, quienes eran gentiles incrédulos típicos.

  • Los imitadores de los apóstoles (v. 6) llegaron a ser un modelo para todos los otros creyentes.

  • Esto significa que la fe de los creyentes para con Dios se proclamó juntamente con la palabra del Señor. No sólo salió la palabra objetiva del Señor, sino también la fe subjetiva de los creyentes.

  • Da a entender una buena acogida.

  • Volverse de los ídolos a Dios, servir al Dios vivo y verdadero y esperar a Su Hijo que viene de los cielos son las tres sustancias básicas de la vida cristiana, vistas desde otra perspectiva. Volverse de los ídolos a Dios es volverse no sólo de los dioses falsos que incluyen al diablo y los demonios que se esconden tras ellos, sino también de todas las cosas que no sean Dios. Esto es logrado mediante la fe infundida a los nuevos creyentes cuando oyen la palabra del evangelio. Servir al Dios vivo y verdadero es servir a Dios mismo, el cual es triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— y quien pasó por un proceso para ser la vida de los creyentes y su suministro de vida para que le disfruten. Así pues, ellos deben experimentarle no sólo como el objeto de su adoración, sino también como el Suministrador todo-inclusivo que vive en ellos. Esta experiencia es producida por medio del amor, el cual es producido dentro de los creyentes por medio del dulce sabor del rico suministro del Padre que viene a ellos a través del Hijo y en el Espíritu. Esperar de los cielos al Hijo de Dios es buscar a Aquel que pasó por la encarnación, el vivir humano y la crucifixión, y que entró en resurrección y ascendió a los cielos, y que regresará para recibir a Sus creyentes en la gloria. Ésta es la esperanza que fortalece a los creyentes para que permanezcan firmes en su fe.

  • Lit., servir como esclavos.

  • El Dios vivo y verdadero está en contraste con los ídolos falsos y muertos. Dios debe ser viviente y verdadero para nosotros y en nosotros, en nuestra vida diaria, de tal manera que nuestro vivir actual sea un testimonio de que el Dios a quien servimos es viviente y verdadero.

  • Esperamos de los cielos al Hijo de Dios, lo cual indica que nuestro futuro está centrado en Él. Nuestra vida declara que no tenemos esperanza en esta tierra ni tenemos destino positivo en esta era, y que nuestra esperanza es el Señor que ha de venir, Aquel que es nuestro destino eterno. Esto gobierna, sostiene y guarda nuestra vida cristiana para la vida de iglesia.

  • La ira del juicio venidero de Dios (Ro. 2:5-6, 8-9).

  • O, afán, esfuerzos, luchas, labores.

  • Aquí la fe indica la naturaleza y la fuerza de la obra; el amor, la motivación para la obra así como la característica de la misma; y la esperanza, la fuente de la perseverancia. Éstas describen la estructura de la auténtica vida cristiana, una vida construida con fe, amor y esperanza (véase la nota 1 Co. 13:131a). Tal vida tiene su origen no en la habilidad del ser natural de los creyentes, sino en la infusión en ellos de todo lo que es Dios, Aquel en quien creen. Los creyentes llevan esta vida motivados por el amor que los lleva a sacrificarse por su amoroso Señor, quien los amó y se dio a Sí mismo por ellos, y por Sus miembros, a quienes Él redimió por medio de Su muerte en amor. Esta vida perdura y permanece inmutable por el poder sostenedor de la esperanza con la cual los creyentes esperan a su amado Señor, quien prometió que regresaría a tomarlos a Sí mismo. Tal vida es el contenido de esta epístola.

    Es maravilloso ver que los creyentes tesalonicenses hayan podido llevar tal vida mediante lo que les ministró el apóstol en tan corto tiempo, ¡menos de un mes! Esto nos anima a predicar con plena certidumbre de fe el evangelio completo a los incrédulos típicos, y a ministrar a los recién convertidos las verdades profundas de la vida cristiana.

    En las dos epístolas a la joven iglesia en Tesalónica, se revela de una manera breve y simple la auténtica vida cristiana necesaria para la vida de iglesia apropiada. Es una vida de tres dimensiones vivida a la luz del regreso del Señor que tiene la fe como su origen y fundamento; el amor como el proceso, la construcción; y la esperanza como la consumación, la compleción. La fe se dirige a Dios (v. 8), el amor se dirige a los santos (1 Ts. 3:12; 4:9-10) y la esperanza reposa sobre la venida del Señor (1 Ts. 2:19). La primera epístola tiene como fin animar y consolar; la segunda tiene por finalidad corregir y equilibrar. Los creyentes deben vivir, andar y obrar por fe y amor en la esperanza que se basa en la venida del Señor; pero no deben tener el concepto erróneo de que el Señor vendrá inmediatamente y que, por lo tanto, ellos no necesitan hacer ningún plan a largo plazo. Los escritos del apóstol Pablo con respecto a la vida cristiana necesaria para la vida de iglesia comienzan con el libro de Romanos y concluyen con estas dos epístolas.

  • La palabra griega denota hechos, acciones, actividades.

  • En este capítulo el Dios Triuno es revelado en Su obra triuna para con nosotros: el Padre nos eligió (vs. 1, 3-4), el Hijo nos libra (v. 10) y el Espíritu Santo hace que el Dios Triuno sea propagado, impartido y transmitido a nuestro ser (vs. 5-6). Esta obra triuna tiene como fin que disfrutemos Su salvación.

  • Tesalónica era una ciudad del Imperio romano, en la provincia de Macedonia, la cual estaba al norte de la provincia de Acaya. El apóstol Pablo y su colaborador Silvano visitaron esta ciudad después de haber visitado Filipos en respuesta al llamamiento de Macedonia que Pablo recibió en su segundo viaje ministerial (Hch. 16:9-12; 17:1-4). El apóstol permaneció y laboró en Tesalónica solamente por un breve período de tiempo, probablemente menos de un mes (Hch. 17:2).

  • Esta epístola y 2 Tesalonicenses fueron dirigidas a la iglesia local en Tesalónica, compuesta de todos los creyentes de Cristo que vivían en esa ciudad. Una iglesia local, como la que vemos aquí, pertenece a los creyentes y está en Dios el Padre y en el Señor Jesucristo. Esto indica que nace de Dios el Padre al recibir Su vida y naturaleza, y que está orgánicamente unida al Señor Jesucristo en todo lo que Él es y ha hecho. Por lo tanto, pertenece a los hombres (los tesalonicenses en este caso); sin embargo, está en Dios y en el Señor orgánicamente. Esta unión orgánica en la vida y naturaleza divinas es la base vital sobre la cual los creyentes pueden llevar una vida santa para la vida de iglesia. Esta vida es el tema de las dos epístolas.

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