Véase la nota 1 Ts. 1:11c.
Véase la nota 1 Ts. 1:11c.
Véase la nota 1 Ts. 1:12.
Véase la nota 1 Ts. 1:32a. En la Primera Epístola a los Tesalonicenses, la fe y el amor fueron considerados como elementos para construir la vida de los creyentes para la iglesia. En esta segunda epístola, vemos el crecimiento e incremento de la fe y el amor en la vida cristiana de los tesalonicenses.
La perseverancia provino de la esperanza en el regreso del Señor y fue sostenida por la misma (1 Ts. 1:3). La perseverancia que proviene de la esperanza siempre va acompañada de la fe; por eso, aquí se usa la expresión perseverancia y fe. En las persecuciones y aflicciones se necesita tanto la perseverancia como la fe.
El juicio de Dios es recto y justo sobre todos los hombres. Éste será finalizado en el futuro (Ro. 2:5-9; Ap. 20:11-15). La manera en que Dios disciplina a diferentes personas en esta era es un indicio, una muestra, una prueba, de la ejecución futura de Su justo juicio.
Los creyentes han sido llamados al reino de Dios y a Su gloria (1 Ts. 2:12). Para entrar en este reino, es necesario que pasemos por aflicciones (Hch. 14:22). Por lo tanto, las persecuciones y las aflicciones son una muestra evidente del justo juicio de Dios, e indican que podemos ser tenidos por dignos del reino de Dios.
O, alivio, tranquilidad, descanso, libertad. En esta era los creyentes sufren persecuciones y problemas por causa del Señor. Al regreso del Señor ellos serán liberados de sus sufrimientos y entrarán en el reposo del Señor y disfrutarán de la libertad propia de dicho reposo.
Algunos mss. omiten: Cristo.
Lit., rostro.
El Señor es el Señor de gloria (1 Co. 2:8); Él fue glorificado en Su resurrección y ascensión (Jn. 17:1; Lc. 24:26; He. 2:9). Ahora está en nosotros como la esperanza de gloria (Col. 1:27) para llevarnos a la gloria (He. 2:10). Cuando Él regrese, por un lado, vendrá desde los cielos con gloria (Ap. 10:1; Mt. 25:31), y por otro, será glorificado en Sus santos; esto es, Su gloria será manifestada desde el interior de Sus miembros, haciendo que el cuerpo de la humillación de ellos sea transfigurado en Su gloria, conformándolo al cuerpo de Su gloria (Fil. 3:21). Por tanto, los incrédulos lo admirarán, se asombrarán de Él, y se maravillarán de Él en nosotros Sus creyentes.
O, vuestro deleite. Los apóstoles oraron para que Dios cumpliera los buenos propósitos, el deleite, de los tesalonicenses de hacer el bien.
La gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo es el Señor mismo dentro de nosotros como nuestra vida y suministro de vida, y por ella podemos llevar una vida que glorifique al Señor y haga que seamos glorificados en Él. Véase la nota Jn. 1:171, la nota 1 Co. 15:101a y la nota 2 Co. 13:141a.