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Capítulos de libros «Levítico»
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  • Parte de la harina y del aceite de la ofrenda de harina así como todo el olíbano de la misma, servía de alimento para Dios (vs. 9, 16). Esto significa que una porción considerable de la vida de Cristo —una vida excelente, perfecta, llena del Espíritu y saturada de la resurrección— es ofrecida a Dios como alimento para Su disfrute. Esta porción satisface tanto a Dios que se convierte en un memorial. El resto de la ofrenda, que consiste de la flor de harina y el aceite sin el olíbano, era alimento de los sacerdotes que servían (vs. 3, 10).

    Mientras que el holocausto sirve de alimento a Dios para Su satisfacción (Nm. 28:2), la ofrenda de harina es nuestro alimento para nuestra satisfacción, de cuya porción también compartimos con Dios. La adoración apropiada consiste en satisfacer a Dios con Cristo como holocausto y en ser satisfechos con Cristo como ofrenda de harina, satisfacción que compartimos con Dios (cfr. Jn. 4:24 y la nota 4).

  • El olíbano aplicado a la ofrenda de harina representa la fragancia de Cristo en Su resurrección. La aplicación del olíbano a la flor de harina significa que la humanidad de Cristo lleva el aroma de Su resurrección (cfr. Mt. 11:20-30; Lc. 10:21). Como lo muestran los cuatro Evangelios, Cristo llevó una vida en la que Su humanidad estaba mezclada con Su divinidad y que expresaba la resurrección en medio de Sus sufrimientos (cfr. Jn. 18:4-8; 19:26-27a). Cristo estuvo siempre lleno del Espíritu y saturado de la resurrección (Lc. 4:1; Jn. 11:25).

  • El aceite de la ofrenda de harina representa al Espíritu de Dios como el elemento divino de Cristo (véase la nota 1 P. 3:83). En la ofrenda de harina, el aceite era mezclado con la flor de harina (vs. 4-5) además de derramado sobre ella (vs. 1, 6, 15) para ungirla (v. 4); esto significa que el Espíritu de Dios, como divinidad de Cristo, se mezcló con Su humanidad (Mt. 1:18, 20; Lc. 1:35) y que el Espíritu fue derramado sobre Él (Mt. 3:16; Jn. 1:32) a fin de ungirle (Lc. 4:18; He. 1:9). Éste es un cuadro de los dos aspectos de la experiencia que Cristo tuvo del Espíritu de Dios.

  • La flor de harina, el principal componente de la ofrenda de harina, representa la humanidad de Cristo, la cual es fina, perfecta, tierna, equilibrada y recta en todo sentido, sin manifestar exceso ni deficiencia alguna. Esto representa la belleza y excelencia del vivir humano de Cristo y de Su diario andar. Esta flor de harina era producida del trigo que había sido sometido a una serie de procesos, los cuales representan los diversos padecimientos de Cristo que hicieron de Él un “varón de dolores” (Is. 53:3).

    A diferencia del holocausto, en la ofrenda de harina no se ve nada de la vida animal, sino que sólo está presente la vida vegetal. Como tipo de Cristo, la vida vegetal indica el producto, la propagación y el aumento para que la vida sea suministrada al pueblo.

  • La ofrenda de harina tipifica a Cristo en Su vivir humano. El énfasis del holocausto (cap. 1) recae en que Cristo lleva una vida de absoluta entrega a Dios y le es obediente incluso hasta la muerte (Fil. 2:8), lo cual implica Su vivir pero enfatiza Su muerte. El énfasis de la ofrenda de harina recae en el vivir humano de Cristo y Su andar diario, lo cual implica Su muerte pero enfatiza Su vivir (véase la nota Lv. 2:131a). El holocausto recalca que Cristo es la justicia de Dios (1 Co. 1:30; cfr. 2 Co. 5:21), mientras que la ofrenda de harina recalca que Cristo es justo delante de Dios (1 Jn. 2:1).

  • Las tortas de harina fina eran las ofrendas de harina de mayor tamaño y representan las experiencias más sólidas que los creyentes maduros tienen de Cristo en Su humanidad. Los hojaldres son huecos por dentro y fáciles de ingerir; ellos representan a Cristo quien, en Su humanidad, es experimentado y disfrutado por los creyentes más jóvenes. Cristo, la ofrenda de harina, está disponible como alimento para todo el pueblo de Dios, independientemente de sus edades.

  • Que en la ofrenda de harina se mezclara la flor de harina con el aceite (vs. 4-5) representa la mezcla de la humanidad de Cristo con el Espíritu Santo (Mt. 1:18b) y la mezcla de Su naturaleza humana con la naturaleza divina de Dios, lo cual hacía de Él un Dios-hombre. Cristo es tanto el Dios completo como el hombre perfecto y, como tal, posee la naturaleza divina y la naturaleza humana de modo distinguible, sin que se produzca una tercera naturaleza. Es mediante esta mezcla divina que la humanidad de Cristo fue elevada hasta alcanzar el estándar más elevado. En Su divinidad Cristo posee los atributos divinos, y estos atributos divinos son expresados mediante Sus virtudes humanas, con ellas y en ellas. En esto consiste la excelencia de Jesucristo.

    En la ofrenda de harina, el aceite y la flor de harina están mezclados y no pueden ser separados. Por tanto, comer de la flor de harina equivale a comer del aceite. El cuadro presentado en Lv. 2 indica claramente que la manera en que podemos ser nutridos con la humanidad de Cristo y, por ende, experimentar Su vivir humano, es por medio del Espíritu (Jn. 6:51, 57, 63).

  • Una torta perforada, del verbo traspasar. Perforar o traspasar las tortas representa una determinada clase de sufrimiento padecido por Cristo en Su humanidad (Jn. 19:34, 37; Ap. 1:7).

  • Que la ofrenda de harina fuese preparada en un horno, en bandeja o en cazuela (vs. 4-5, 7) representa las diversas clases de sufrimientos experimentados por Cristo en Su humanidad.

  • Toda ofrenda de harina era ofrecida por fuego en el altar (vs. 4-9), lo cual significa que Cristo, quien en Su humanidad es ofrecido a Dios para ser Su alimento, ha pasado por el fuego de prueba (Ap. 1:15). El fuego en Lv. 2 representa al Dios que es fuego consumidor (He. 12:29), fuego que denota aceptación y no juicio. Que la ofrenda de harina fuese consumida por el fuego significa que Dios aceptó a Cristo como alimento Suyo que le satisface.

  • Que la ofrenda de harina no tuviera miel significa que en Cristo no hay afecto natural ni bondad natural (Mt. 12:46-50; Mr. 10:18).

  • Que la ofrenda de harina no tuviera levadura (vs. 4-5) significa que en Cristo no hay pecado ni ninguna cosa negativa (2 Co. 5:21; He. 4:15; 1 P. 2:22; Lc. 23:14; cfr. 1 Co. 5:6-8).

  • Que la ofrenda de harina fuese partida en trozos significa que la humanidad de Cristo es perfecta, pero jamás permanece intacta; ésta siempre es quebrantada. Tal quebrantamiento representa otra clase de sufrimiento por el cual Cristo pasó en Su humanidad. Cfr. la nota Lv. 1:62.

  • La ofrenda de harina podía ser presentada en forma de harina mezclada con aceite (vs. 1-2) o en forma de torta (v. 4). Aquélla representa a Cristo el individuo y también al cristiano como individuo, mientras que ésta representa al Cristo corporativo, Cristo con Su Cuerpo, la iglesia. Cristo, el individuo, se ha convertido en el Cristo corporativo (1 Co. 12:12), representado por la torta (1 Co. 10:17). Esto indica que, a la postre, la vida de Cristo y nuestra vida cristiana individual tienen como resultado una totalidad: la vida de iglesia como ofrenda de harina corporativa. Tal vida es una vida en la que la humanidad está mezclada con el Espíritu Santo y sobre la cual el Espíritu Santo se ha derramado, una vida con sal y olíbano, pero sin levadura ni miel (véase la nota Lv. 2:14, la nota Lv. 2:111a, la nota Lv. 2:112 y la nota Lv. 2:131a). Ambas formas de la ofrenda de harina —Cristo el individuo y el Cristo corporativo, la vida de iglesia— son alimento que satisface a Dios y nos nutre.

  • La ofrenda de harina de las primicias del nuevo grano representa el fresco disfrute de Cristo en Su resurrección (Jn. 12:24; 1 Co. 15:20). Majar los granos representa la aplicación de la cruz de Cristo a nuestro ser.

  • El factor básico del pacto de Dios es la cruz, la crucifixión de Cristo, representada aquí por la sal. Es por la cruz que el pacto de Dios es resguardado para ser un pacto imperecedero (cfr. He. 13:20 y la nota 2, párr. 2).

  • La sal cumple la función de sazonar, matar los gérmenes y conservar. Según la tipología, la sal representa la muerte, o la cruz, de Cristo. El Señor Jesús siempre llevó una vida de ser salado, una vida bajo la operación de la cruz (Mr. 10:38; Jn. 12:24). Incluso antes de ser crucificado, Cristo vivió diariamente una vida crucificada en la que constantemente se negó a Sí mismo y a Su vida natural y vivió la vida del Padre en resurrección (Jn. 6:38; 7:6, 16-18; cfr. Gá. 2:20).

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