Lo dicho en los vs. 22-23 significa que si bien los creyentes defectuosos pueden disfrutar a Cristo —el alimento de Dios— como su propio alimento, ellos no son aptos para servir a Dios en la iglesia, el santuario de Dios, ni en torno a la cruz, tipificada por el altar, pues podrían profanar las cosas santas de Dios.
