Que a los sacerdotes no les estuviera permitido contaminarse o profanarse a causa de una persona muerta entre su pueblo, a excepción de sus propios parientes (vs. 1-4), significa que nosotros, los creyentes neotestamentarios, por ser sacerdotes de Dios (Ap. 1:5-6; 5:10), no debemos comportarnos como la gente común contaminándonos ni profanándonos.