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Capítulos de libros «Éxodo»
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  • Según la tipología, Aarón, el sumo sacerdote, representa a Cristo, quien es nuestro Sumo Sacerdote ante Dios (Hebreos 4:14—7:28), y los hijos de Aarón, los sacerdotes, representan a los creyentes en Cristo como sacerdotes (Ap. 1:6; 5:10). Véase la nota Ap. 2:61a, párr. 2.

  • En la secuencia del relato divino en Éxodo, el sacerdocio viene después del tabernáculo. Según la tipología, el sacerdocio y el tabernáculo conforman una sola entidad, que representa a la iglesia —compuesta por el pueblo redimido de Dios— como casa espiritual y sacerdocio santo (1 P. 2:5 y la nota 6). Que el tabernáculo sea mencionado antes que el sacerdocio enfatiza cuán necesario es que los creyentes sean conjuntamente edificados como morada de Dios para poder servir a Dios en calidad de sacerdocio corporativo cuyos miembros coordinan entre sí (véase la nota Ro. 12:16f).

  • Según la tipología, las vestiduras representan expresión (cfr. Is. 64:6; Ap. 19:8). Las vestiduras sacerdotales representan la expresión de Cristo manifestada por los sacerdotes que sirven. Además, los sacerdotes eran santificados, apartados para Dios, por sus vestiduras santas (v. 3).

  • Las vestiduras sacerdotales, cuya función primordial era manifestar gloria y hermosura, representan la expresión de la gloria divina de Cristo y de Su hermosura humana. La gloria se relaciona con la divinidad de Cristo, Sus atributos divinos (Jn. 1:14; He. 1:3), y la hermosura, con la humanidad de Cristo, Sus virtudes humanas. La divinidad de Cristo, tipificada por el oro de las vestiduras sacerdotales, manifiesta gloria, y Su humanidad, tipificada por los hilos azules, púrpuras y escarlatas y el lino fino, manifiesta hermosura. Una vida que expresa a Cristo con la gloria divina y la hermosura humana nos santifica y nos hace aptos para constituir el sacerdocio.

  • Todos los sacerdotes vestían calzoncillos de lino, una túnica, una banda y un turbante (vs. 40-42; 29:8-9a). Además, sobre la túnica el sumo sacerdote llevaba el manto del efod, el efod mismo, las hombreras y el pectoral, y en su turbante, una lámina grabada (vs. 36-37; 29:5-6).

  • El efod tipifica a Cristo expresado en Sus dos naturalezas, la divina y la humana, con Sus atributos y virtudes (v. 6). El efod formaba parte de las vestiduras sacerdotales y se usaba para sujetar o atar. Las dos hombreras con las dos piedras de ónice (véase la nota Éx. 28:91a), y el pectoral con las doce piedras preciosas (véase la nota Éx. 28:151a), eran atados, sujetados, al efod (vs. 12-28). Esto significa que Cristo sostiene a la iglesia, la ata y sujeta a Sí mismo por medio de Su gloria divina y Su hermosura humana, los componentes del efod (2 Co. 1:21; 2 P. 1:3b; cfr. la nota Éx. 28:22, la nota Éx. 28:91a y la nota Éx. 28:151a).

  • O, bordada.

  • Los hilos de oro, los de color azul, púrpura y escarlata y los de lino fino torcido, tenían diferentes colores. El oro representa la divinidad de Cristo. El azul representa la condición celestial de Cristo; el púrpura, Su realeza, Su condición de rey; el escarlata, la redención que Él efectuó mediante el derramamiento de Su sangre; y el lino fino torcido, el fino vivir humano de Cristo manifestado mediante Sus padecimientos. El oro, el azul, el púrpura y el escarlata estaban entretejidos con el lino fino torcido para dar forma al efod. Por tanto, el efod tipifica un compuesto que incluye la divinidad de Cristo, Su condición de rey y condición celestial, Su obra redentora y Su fina humanidad, todo lo cual redunda en la expresión de Su gloria divina y hermosura humana. Que los hilos de oro y de lino estuvieran entretejidos en el efod representa la mezcla de la divinidad con la humanidad realizada en Cristo, el Dios-hombre (las dos naturalezas permanecen distintas en tal mezcla). Mediante la encarnación de Cristo, el oro y el lino, la divinidad y la humanidad, se entretejieron, se mezclaron entre sí (Jn. 1:1, 14). Esta mezcla llega a ser la fuerza para sujetar y el poder para atar en virtud de los cuales permanecemos adheridos a Cristo.

    El oro convertido en hilo indica un proceso. Primero, el oro era labrado a martillo hasta ser hecho láminas delgadas, y después era cortado en hebras finas para luego ser entretejido en el lino (39:3). El lino también debía pasar por un proceso para convertirse en hilo torcido. Esto nos muestra que Cristo llegó a ser un hombre al pasar por un proceso. En Su nacimiento humano y mediante los sufrimientos padecidos en Su vida humana aquí en la tierra, tanto la divinidad de Cristo como Su humanidad pasaron por un proceso y se entretejieron, se mezclaron entre sí. El pueblo redimido por Dios (las piedras preciosas) es sujetado a Cristo (Aarón) por medio de Su ser divino-humano que pasó por un proceso (el efod).

  • El efod se asemejaba más a un chaleco que a un manto. La unión de las dos hombreras con el efod se realizaba en el cinto hábilmente tejido (vs. 8, 27). Puesto que formaban parte del efod, las hombreras estaban hechas de los mismos materiales del efod y eran lo suficientemente fuertes como para portar las piedras de ónice. Los engastes de oro, que sostenían las piedras de ónice, estaban sujetados a las hombreras (vs. 9-12).

  • Lit., de su efod. Con el cinto hábilmente tejido el efod era atado alrededor del cuerpo del sumo sacerdote (Éx. 29:5; Lv. 8:7).

  • Las dos piedras de ónice donde estaban grabados los nombres de los hijos de Israel simbolizan al pueblo redimido y transformado por Dios (Mt. 16:18; Jn. 1:42; 1 P. 2:5 véase la nota Gn. 2:121) como testimonio de Cristo, representado por el número dos. Esto indica que Cristo, el Sumo Sacerdote, sostiene a la iglesia —compuesta por los creyentes transformados— llevándola ante Dios sobre Sus hombros, en Su fortaleza. Cfr. la nota Éx. 28:221.

  • Lit., obra de trenzas, engastes en forma de trenzas, o filigrana. Así también en los vs. 13, 14, 25. Los engastes de oro para las piedras de ónice eran engastes de filigrana, obra fina hecha de oro en forma de trenzas configurando un hermoso diseño; esto retrata la divinidad del Señor después que pasó por un proceso y experimentó muchos sufrimientos (cfr. la nota Éx. 28:61, párr. 2). La destreza de su confección representa la obra fina del Espíritu Santo con la naturaleza divina. Que estos engastes de filigrana fuesen de oro significa que únicamente la divinidad de Cristo, Su naturaleza divina, puede sostenernos (2 P. 1:4). La naturaleza divina llega a ser el poder que nos sostiene de una manera hermosa y gloriosa.

    Las piedras de ónice, sujetadas a las hombreras del efod, lo hacían más hermoso; esto significa que los creyentes transformados, al ser añadidos a Cristo, añaden a Su belleza. La filigrana de oro, donde las piedras de ónice estaban engastadas, le añadía belleza a las piedras de ónice; esto significa que la obra fina que realiza el Espíritu Santo añade la hermosura de Cristo a los creyentes, quienes son las piedras preciosas. Éste es, pues, un embellecimiento recíproco, en el cual Cristo y los creyentes transformados se embellecen mutuamente.

  • Las dos piedras de ónice en las hombreras del efod llegan a ser un memorial, un grato recordatorio, delante de Dios. La iglesia está sujetada a Cristo, y Cristo sostiene a la iglesia en presencia de Dios como eterno memorial.

  • Las cadenillas de oro hechas a modo de cordones, confeccionadas con hebras de oro trenzadas entre sí, sujetaban las piedras de ónice —en sus engastes de oro— a las hombreras. Estas cadenillas retratan la divinidad de Cristo que, al haber pasado por un proceso, se ha convertido en un cordón de oro que sujeta (cfr. la nota Éx. 28:61 y la nota Éx. 28:111).

  • El pectoral sobre el efod representa a la iglesia como edificación conjunta del pueblo redimido por Dios efectuada sobre Cristo. Las doce piedras preciosas engastadas en el oro (vs. 17-20) simbolizan a los santos, como piedras preciosas transformadas, conjuntamente edificados en la naturaleza divina de Cristo a fin de llegar a ser una sola entidad, la iglesia como el Cuerpo de Cristo (1 Co. 3:10-12a; Ef. 1:22-23). Por tanto, el pectoral es una miniatura de la edificación del pueblo de Dios (véase la nota Gn. 2:121), lo cual indica que si bien los creyentes en Cristo permanecen individuos distinguibles entre sí, ellos no están divididos (Ro. 12:5; 1 Co. 12:27). El efod entero, con sus hombreras y el pectoral, constituye un cuadro maravilloso de Cristo con la iglesia.

  • Véase la nota Éx. 28:301.

  • Que la confección y los materiales del pectoral fuesen los mismos que los del efod significa que tanto la formación de la iglesia como su elemento constitutivo son los mismos que los de Cristo (cfr. Gn. 2:18-24 y las notas).

  • Que sea cuadrado denota que no tiene defecto, y que sea doble implica algo dual, por ende, un testimonio. Por tanto, cuadrado y doble significa que es un testimonio perfecto.

  • Un palmo, el ancho de una mano abierta, significa estar al alcance de la capacidad de la mano de uno. Que el pectoral tuviera un palmo de largo y de ancho significa que la iglesia en su totalidad está al alcance de la capacidad de Cristo para cuidar de ella, una capacidad inconmensurable e ilimitada (cfr. Jn. 10:28).

  • Las doce piedras preciosas sobre el pectoral, que llevaban grabadas los nombres de las doce tribus de Israel, representan al pueblo de Dios que, habiendo sido redimido y transformado, es edificado hasta conformar una sola entidad. Las piedras preciosas no fueron creadas como tales, sino que son formadas mediante la transformación de cosas creadas. Esto significa que la iglesia es producida mediante la transformación, a saber, algo natural es transformado en algo divino. Los creyentes, quienes componen la iglesia, fueron creados del polvo de la tierra (Gn. 2:7) y tienen que ser transformados en su naturaleza humana por la naturaleza divina y con ella mediante la obra del Espíritu (2 Co. 3:18) a fin de llegar a ser piedras preciosas útiles para el edificio eterno de Dios (Mt. 16:18; Jn. 1:42; 1 P. 2:5; Ap. 21:18-20).

  • El número doce, compuesto por el número cuatro (las criaturas) multiplicado por el número tres (el Dios Triuno en resurrección), representa la mezcla del Dios Triuno con Su criatura, el hombre, para realizar eternamente, de manera completa y perfecta, la administración de Dios (véase la nota Ap. 21:122b y la nota Ap. 21:131b y la nota Ap. 22:24). Que las piedras estuvieran dispuestas en cuatro hileras de tres piedras cada una indica que los creyentes no solamente han sido transformados, sino que, además, se han mezclado con el Dios Triuno. El engaste de oro para las piedras (v. 20) significa que los creyentes que han sido transformados y se han mezclado con Dios están edificados en la naturaleza divina de Cristo para formar una sola entidad. Este pueblo, caracterizado por el número doce, lleva a su compleción el propósito eterno de Dios y llega a constituir la administración del gobierno divino en el universo. En el plan eterno de Dios y según Su perspectiva eterna, la iglesia, que Cristo lleva en Su corazón (v. 29) y sostiene en el palmo que Su cuidado amoroso abarca (v. 16b), es esa mezcla del Dios Triuno con la humanidad redimida.

  • Véase la nota Ap. 4:32b.

  • O, turquesa.

  • O, berilo.

  • Que los nombres de las doce tribus estuvieran grabados en las piedras preciosas corresponde al hecho de que Cristo es inscrito en el corazón de los creyentes, de modo que así los convierte en cartas vivas de Cristo cuyo contenido es Cristo (véase 2 Co. 3:3 y las notas). Cristo es inscrito en los creyentes mediante las experiencias que ellos tienen de Él. Las letras grabadas en las doce piedras tipifican a Cristo, quien es las letras del alfabeto celestial (cfr. Ap. 22:13a).

  • Las cadenillas de oro trenzadas representan la naturaleza divina de Cristo que pasó por sufrimientos y ahora es el elemento conexivo. Las dos cadenillas de oro estaban conectadas, por un lado, con dos anillos de oro a los dos extremos en la parte superior del pectoral, y por el otro lado, con los engastes de oro en las dos hombreras del efod (vs. 22-25; 39:15-18). Los hombros representan fortaleza, y el pecho, o corazón (v. 29), representa amor. Las dos cadenillas conectadas a los dos engastes en las hombreras representan la naturaleza divina de Cristo que, por Su fuerza sustentadora, sostiene al pueblo redimido de Dios, el mismo que es guardado en el amor de Cristo.

  • Los anillos de oro colocados en el pectoral y el efod (vs. 23, 26-28) representan al Espíritu de Cristo como elemento sostenedor (cfr. la nota Éx. 25:261).

  • El pectoral estaba conectado, tanto en la parte superior (vs. 22-25 y la nota Éx. 28:221) como inferior, a las hombreras del efod. Un cordón de hilos azules, que representa la humanidad celestial de Cristo, ataba el pectoral por dos anillos de oro —en los dos extremos de su parte inferior— a dos anillos de oro de la parte inferior de las hombreras del efod, por encima del cinto hábilmente tejido (vs. 26-28; 39:19-21). Por tanto, la iglesia (el pectoral) está conectada a la expresión de Cristo (el efod) por Su Espíritu (los anillos) tanto con Su divinidad (las cadenillas de oro) como con Su humanidad (los cordones de lino).

  • El pectoral que Aarón llevaba sobre el corazón como memorial ante Jehová representa a la iglesia entera que, edificada como una sola entidad, es llevada por Cristo en Su amoroso corazón como memorial, de grato recordatorio, delante de Dios.

  • Después que se ponía el Urim y el Tumim dentro del pectoral, éste no sólo servía de memorial, sino que además se convertía en el pectoral del juicio. Aquí y en Dt. 33:8 y Dt. 33:10, los juicios de Dios, que se refieren a la ley de Dios con sus veredictos y juicios (véase la nota Lc. 1:64), guardan relación con el Urim y el Tumim. Según el Antiguo Testamento, el Urim y el Tumim añadidos al pectoral eran un medio por el cual Dios hablaba a Su pueblo para conducirlos (véanse las referencias en nota Éx. 28:302a). La dirección de Dios comunicada a través del pectoral siempre conllevaba juicio. La ley de Dios incluye Sus juicios, y estos juicios se convierten en la dirección que Dios provee. En nuestra experiencia espiritual, a fin de conocer la dirección de Dios tenemos que poner bajo Su juicio todo lo que proceda de la carne, el yo, el viejo hombre y el mundo. En Ro. 8:14 la dirección del Espíritu, como realidad de la dirección provista por Dios mediante el pectoral, es el resultado y suma total de todos los juicios contenidos en los Ro. 8:1-13 de ese mismo capítulo (véase la nota Ro. 8:141).

    El hecho de que Dios se valiera del pectoral al hablar a los Suyos para conducirlos significa que Dios da a conocer Su dirección a Su pueblo mediante la iglesia. Para que el Señor hablara a Su pueblo mediante el pectoral con el Urim y el Tumim era necesario que el pectoral fuese confeccionado y llevara sobre sí las doce piedras preciosas con los nombres de los hijos de Israel grabados en ellas y que dicho pectoral fuese llevado sobre el corazón del sumo sacerdote. Según este mismo principio, para que Dios nos hable hoy mediante la iglesia con Cristo como Iluminador (el Urim) y como Perfeccionador (el Tumim), es necesario que la iglesia sea edificada con los creyentes como sus piedras preciosas transformadas y transparentes, en quienes ha sido inscrito Cristo como las letras del alfabeto espiritual (2 Co. 3:3), y también que la iglesia sea llevada sobre el corazón de los que toman la delantera.

  • Que significa luces, iluminadores. El Urim era un iluminador insertado dentro del pectoral debajo de las doce piedras; éste podía contener aceite ardiente, y el fuego que hacía arder el aceite provenía del altar. El Urim tenía doce iluminadores, uno para cada una de las doce piedras preciosas transparentes montadas en el pectoral a fin de que éstas pudieran resplandecer (David Baron). El Urim tipifica a Cristo como las luces, los iluminadores (Jn. 8:12; Ef. 5:14), que resplandecen mediante el Espíritu (el aceite) y la cruz (el fuego procedente del altar).

  • Que significa perfeccionadores, los que completan. Los nombres grabados en las doce piedras del pectoral contenían sólo dieciocho de las veintidós letras del alfabeto hebreo. Las cuatro letras restantes eran puestas en el Tumim, convirtiéndolo en el perfeccionador y el que completa (David Baron). Mediante el resplandor del Urim en las piedras preciosas individuales se podía hacer uso de las veintidós letras del alfabeto completo para deletrear palabras y oraciones. El Tumim tipifica a Cristo como Aquel que perfecciona y completa (He. 12:2). Cristo es el alfabeto espiritual para inscribir (véase la nota Éx. 28:211) y para completar. Juntos, el Urim y el Tumim tipifican a Cristo como el testigo de Dios, el testimonio de Dios (Ap. 3:14), el medio por el cual Dios habla a Su pueblo (He. 1:2). En el Nuevo Testamento, la realidad del Urim y del Tumim es el espíritu mezclado, a saber: el Espíritu de Dios que quita velos, el Espíritu Santo, quien mora en nuestro espíritu receptor, nuestro espíritu humano regenerado (Ro. 8:4, 14).

  • El manto largo —con todos sus ornamentos— que vestía el sumo sacerdote representa a la iglesia como la plenitud, la expresión, de los atributos divinos de Cristo y de Sus virtudes humanas (Ef. 1:22-23). La hermosura y plenitud de las vestiduras del sumo sacerdote consistían en el pectoral, las hombreras y el manto largo, todo lo cual tipifica a la iglesia. Esto significa que la hermosura y plenitud de Cristo se hallan en la iglesia.

  • Que todo el manto fuese de color azul significa que la iglesia es por completo celestial, pues su vida, naturaleza y posición son celestiales (Ef. 1:3; 2:6).

  • El significado del hebreo es incierto. La referencia aquí a una cota de malla indica que el servicio sacerdotal es una guerra (véase la nota Nm. 1:32).

  • Las granadas y las campanillas, como parte del manto, guardan relación con la iglesia (véase la nota Éx. 28:311). En la Biblia las granadas, repletas de semillas, representan la plenitud de vida. Las granadas hechas de lino representan la plenitud de vida expresada en la humanidad de la iglesia. El sonido de las campanillas advertía al sacerdote que no debía ser descuidado, pues podía morir (v. 35). Que las campanillas fuesen de oro significa que la voz de advertencia en la iglesia tiene su fuente en la divinidad de la iglesia. Las granadas y las campanillas representan el hecho de que el hablar de la iglesia procede de su divinidad con base en la plenitud de vida expresada en su humanidad. La expresión de la vida y el sonido divinos son señal de una vida de iglesia apropiada.

  • O, flor. Esta lámina de oro era una corona santa (Éx. 29:6), una diadema o flor.

  • La santidad es Dios mismo en Su naturaleza pura y divina, representada aquí por el oro puro. Ser santo equivale a tener la naturaleza divina forjada en nuestro ser a fin de ser hechos santos, como Dios es santo (véase la nota Ro. 6:193b). La grabación SANTIDAD A JEHOVÁ indica que el sacerdocio entero es santificado para el Señor, apartado para el Señor y saturado con el Señor.

    En las palabras de conclusión sobre las vestiduras sacerdotales (vs. 36-43), el oro y el lino —los dos materiales principales— representan santidad en divinidad y justicia en humanidad. Por tanto, las vestiduras de los sacerdotes expresaban santidad para gloria así como justicia para hermosura. Un sacerdote que sirve a Dios tiene que expresar la virtud de la santidad delante de Dios y la virtud de la justicia delante de los hombres.

  • Que esta lámina de oro estuviera sujetada con un cordón de hilos azules significa que era sostenida por la fortaleza celestial. Esto indica que la santidad genuina es celestial, no terrenal.

  • Las cosas santas eran la porción máxima del producto de la buena tierra que los hijos de Israel ofrecían a Dios como dádivas santas durante las fiestas solemnes. Una porción de estas dádivas santas era separada para el disfrute de Dios mismo, y el resto era disfrutado por el pueblo. El sumo sacerdote tenía la responsabilidad de asegurarse de que la porción separada para Dios, la más santa de las porciones, fuese íntegramente para Él y no fuese tocada por nadie que no fuese un sacerdote. Si alguien transgredía la ordenanza propia de la santidad de Dios con respecto a esta porción, tal iniquidad recaería sobre el sumo sacerdote. Por este motivo, él vestía una lámina de oro que declaraba SANTIDAD A JEHOVÁ. Esto significa que Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, tiene la responsabilidad de hacer que el pueblo de Dios sea santo al grado máximo y de resguardar para Dios la santidad que está en ellos (cfr. Ef. 1:4; 1 Ts. 3:13; 5:23).

  • Esto denota a los seres humanos que se hicieron pecaminosos a los ojos de Dios, lo cual está particularmente indicado por la parte del cuerpo que va de los lomos a los muslos (cfr. Gn. 3:7).

  • Lit., llenarás sus manos. Así también en todo el libro.

  • La túnica tejida de lino fino representa la cobertura de la justicia perfecta en una humanidad que ha pasado por juicio. El turbante de lino fino representa la gloria de la justicia perfecta. La banda, obra de bordador, representa el fortalecimiento proporcionado por la obra constitutiva del Espíritu. Estas tres prendas de las vestiduras sacerdotales, junto con los calzoncillos de lino (v. 42), representan a Cristo como justicia, quien cubre la totalidad del ser caído de los sacerdotes (Lc. 15:22; 1 Co. 1:30) a fin de que ellos sean resguardados en vida y librados de toda muerte (v. 43).

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