Que en la ofrenda de harina se mezclara la flor de harina con el aceite (vs. 4-5) representa la mezcla de la humanidad de Cristo con el Espíritu Santo (Mt. 1:18b) y la mezcla de Su naturaleza humana con la naturaleza divina de Dios, lo cual hacía de Él un Dios-hombre. Cristo es tanto el Dios completo como el hombre perfecto y, como tal, posee la naturaleza divina y la naturaleza humana de modo distinguible, sin que se produzca una tercera naturaleza. Es mediante esta mezcla divina que la humanidad de Cristo fue elevada hasta alcanzar el estándar más elevado. En Su divinidad Cristo posee los atributos divinos, y estos atributos divinos son expresados mediante Sus virtudes humanas, con ellas y en ellas. En esto consiste la excelencia de Jesucristo.
En la ofrenda de harina, el aceite y la flor de harina están mezclados y no pueden ser separados. Por tanto, comer de la flor de harina equivale a comer del aceite. El cuadro presentado en Lv. 2 indica claramente que la manera en que podemos ser nutridos con la humanidad de Cristo y, por ende, experimentar Su vivir humano, es por medio del Espíritu (Jn. 6:51, 57, 63).