La ofrenda de paz se basa en que Dios es satisfecho por el holocausto (Lv. 6:12). Según la secuencia de las ofrendas presentada en 1:1—6:7, la ofrenda de paz es también fruto del mutuo disfrute que la ofrenda de harina proporciona tanto a Dios como al hombre. Si hemos de disfrutar a Cristo como nuestra paz de una manera práctica y diaria, primero tenemos que tomarlo como nuestro holocausto para satisfacción de Dios, y después tenemos que alimentarnos de Él como ofrenda de harina al disfrutarlo como nuestro alimento.
Según la secuencia de las ofrendas en 6:8—7:38, la ofrenda de paz también se basaba en la ofrenda por el pecado y en la ofrenda por las transgresiones. Cuando el problema respecto a nuestro pecado y nuestras transgresiones es resuelto por Cristo como ofrenda por el pecado y como ofrenda por las transgresiones, y cuando Dios y nosotros hemos sido satisfechos con Cristo como holocausto y como ofrenda de harina, podemos ofrecer Cristo —como ofrenda de paz— a Dios para disfrute mutuo en paz. Véase Lv. 7:37 y la nota 2.