Más digno y solemne que simplemente “hermanos y padres”.
Más digno y solemne que simplemente “hermanos y padres”.
Quizá ésta haya sido una gloria visible (cfr. v. 55), como cuando la nube y el fuego aparecieron a Israel (Éx. 16:10; 24:16-17; Lv. 9:23; Nm. 14:10; 16:19; 20:6; Dt. 5:24) y llenaron el tabernáculo y el templo (Éx. 40:35; 1 R. 8:11). Fue el Dios de la gloria quien se apareció a Abraham y lo llamó. Su gloria fue una gran atracción para Abraham. Lo separó (santificó) del mundo apartándolo para Dios (Éx. 29:43), y le dio un gran ánimo y fortaleza que hizo posible que siguiera a Dios (Gn. 12:1, 4). Según el mismo principio, Dios llama a los creyentes del Nuevo Testamento por Su gloria invisible (2 P. 1:3).
Aparentemente Abraham viajó a Canaán (Gn. 12:4-5), pero en realidad fue Dios quien le trasladó a la buena tierra.
O, forraje (para su ganado).
Véase la nota Gá. 3:173a.
Es decir, Egipto (Éx. 1:1).
O, diferente (en carácter). No solamente otro rey, sino un rey de carácter diferente.
Un modismo hebreo que denota ser bello ante Dios; por ende, sumamente hermoso.
O, sacado (para morir).
Es decir, sabiduría al aprender.
O, novillo.
Es decir, la adoración a las estrellas.
Es decir, cuerpos celestes.
Se refiere probablemente a los profetas menores, de Oseas a Malaquías, considerando estos doce libros como uno solo.
Es decir, la tienda-templo portátil de ese dios, llevada en procesión (Vincent).
Una forma digna y solemne de dirigirse a alguien.
Aquí y en los vs. 35, 38, el Ángel (el Mensajero) del Antiguo Testamento era Cristo el Señor, quien es Jehová, el Dios Triuno (Éx. 3:2-16; Jue. 6:12-24; Zac. 2:6-11). El uso de Señor y Dios en los versículos siguientes lo prueban.
O, prestar atención; por consiguiente, examinar.
Lit., Habiendo visto, vi. Un modismo hebreo.
O, fue visto por él.
Esta cita de Is. 66:1-2 indica que el Señor buscaba una morada espiritual en el espíritu del hombre. Prueba de esto es la parte de Is. 66:2 que no es citada aquí, la cual dice: “Pero miraré a aquel hombre que es pobre y de espíritu contrito”.
Una expresión muy severa.
Puesto que Esteban estaba lleno del Espíritu (v. 55) y era uno con el Señor Espíritu (1 Co. 6:17), oponerse a él era oponerse al Espíritu Santo. Por tanto, el Señor le hizo ver a Saulo, uno de los que perseguían a Esteban (v. 58; 8:1), que era al Señor a quien perseguía (Hch. 9:4).
El nombre copto de Saturno.
Saulo, quien más tarde llegó a ser apóstol (Hch. 13:9), ayudó a los perseguidores en el asesinato de Esteban.
Véase la nota Hch. 2:211.
Esteban oró por sus perseguidores del mismo modo que su Señor, a quien amó y vivió, había orado por quienes le persiguieron (Lc. 23:34).
Véase la nota Hch. 5:331.
Véase la nota Hch. 6:31.
Una gran vindicación y aliento para el perseguido.
La palabra griega es un sustantivo; la forma verbal de la misma palabra se usa en Gá. 3:19 y se traduce ordenada allí. La ley de Dios fue ordenada por intermedio de ángeles y llegó a ser ordenanzas de ángeles.
La tierra rechazó a Esteban y se cerró, pero los cielos le fueron abiertos, lo cual indica que los cielos estaban con él y a favor de él.