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Capítulos de libros «Números»
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  • Los caps. 1—8 de este libro fueron hablados por Dios a Moisés el primer día del segundo mes del segundo año posterior al éxodo de Egipto (Nm. 1:1), mientras que las palabras halladas en 9:1-14 fueron habladas el primer mes del mismo año (v. 1). En el segundo mes, mientras Moisés escribía todo el hablar divino, seguramente Dios le instó a escribir algo sobre la pascua, de la cual Dios le había hablado a Moisés durante el primer mes. Así pues, que en esta coyuntura Moisés registrase lo que Dios le encargó con respecto a la pascua indica que, después de cumplir con los requerimientos divinos y ser partícipe de las provisiones divinas en los primeros ocho capítulos de este libro, el pueblo de Dios debía celebrar un banquete corporativo a fin de disfrutar a Cristo delante de Dios y con Dios para mutua satisfacción. Esto nos muestra la importancia que tiene celebrar la pascua en relación con el mover que el pueblo redimido de Dios realiza con Dios en Su actividad. Asimismo, es debido a la importancia que tiene la mesa del Señor en relación con el mover de Dios en la tierra que los creyentes neotestamentarios tienen que celebrar la mesa del Señor (1 Co. 11:23-26).

  • Sobre los detalles de la pascua, véanse las notas de Éx. 12:1-28, 43-51. La pascua en el Antiguo Testamento era un recordatorio anual para los hijos de Israel, mientras que la mesa del Señor, instituida por el Señor Jesús a fin de reemplazar la pascua (véase la nota Mt. 26:261), es un recordatorio semanal para los creyentes en Cristo. Tanto la pascua como la mesa del Señor nos recuerdan que estábamos destinados a morir bajo el justo juicio de Dios, pero que Dios proveyó a Cristo para que nos reemplazara y muriera por nosotros, salvándonos así del juicio mortal de la justicia de Dios; más aún, nos recuerdan que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Aquel que nos reemplazó y ahora es nuestra vida y suministro de vida. Puesto que Cristo es nuestra vida y suministro de vida, debemos vivir por Él (Jn. 6:57).

  • Después que los hijos de Israel conformaron un ejército, estaban listos para proseguir en sus jornadas a fin de combatir por Dios con miras a que Él pudiese conquistar el terreno necesario aquí en la tierra sobre el cual edificar Su reino con Su casa. Este mover no dependía de ellos, sino que se realizaba íntegramente según el guiar provisto por Dios. El guiar dado a los hijos de Israel en su mover procedía tanto de los cielos (la nube, vs. 15-23) como de la tierra (las dos trompetas, Nm. 10:1-10). El guiar provisto en forma de nube representa a Dios en el sentido de Su presencia, esto es, Dios mismo consumado como Espíritu. Esto indica que los creyentes neotestamentarios siempre deben seguir al Espíritu que mora en ellos (Ro. 8:4, 14; Gá. 5:16, 18, 25).

  • Según la tipología, la nube representa al Espíritu (1 Co. 10:1-2 y la nota 1 Co. 10:14b y la nota 1 Co. 10:23), y el fuego, que sirve para alumbrar, representa la Palabra de Dios (Sal. 119:105). El Espíritu y la Palabra son uno (Jn. 6:63; Ef. 6:17). Cfr. la nota Éx. 13:211a.

  • Que un israelita que estuviese limpio tuviese la obligación de celebrar la pascua significa que los creyentes redimidos tienen la obligación de participar de la mesa del Señor (1 Co. 11:23-26). Que un extranjero pudiese celebrar la pascua con los hijos de Israel (v. 14) significa que los creyentes gentiles estaban destinados a participar de la mesa del Señor (cfr. Ef. 2:11-19).

  • Véase la nota Lc. 1:64.

  • Lit., entre los dos anocheceres. Así también en los vs. 5, 11.

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