Miriam y Aarón eran parientes consanguíneos de Moisés y ambos eran profetas (Éx. 4:10-16; 6:30; 7:1; 15:20). Lo que ellos dijeron indica que, por ser mayores que Moisés, se consideraban superiores a él y sentían celos de que Moisés fuese más respetado que ellos. Así pues, Miriam y Aarón tomaron como excusa para difamar a Moisés su aparente error de casarse con una mujer cusita (v. 1); pero en realidad la cuestión era quién tenía el oráculo de Dios. Aunque Miriam y Aarón fueron usados por Dios para hablar por Él, ninguno de los dos era el portavoz de Dios; sólo uno, Moisés, tenía el oráculo de Dios. Miriam y Aarón, al sentir celos de Moisés, entraron en rivalidad con Moisés respecto al asunto de hablar por Dios.
Miriam y Aarón, al hablar contra Moisés, hablaron contra la autoridad delegada de Dios. Dios había designado a Moisés como Su autoridad delegada, Su autoridad representativa en la tierra (Éx. 3:10-18; 7:1). Según la administración gubernamental de Dios, Miriam y Aarón debían haberse sujetado a Moisés; pero se rebelaron.