En la tipología del Antiguo Testamento, Canaán tiene dos aspectos: por el lado positivo, Canaán, una tierra llena de riquezas (Dt. 8:7-10 y la nota Dt. 8:71), tipifica al Cristo todo-inclusivo con Sus riquezas inescrutables (Col. 1:12; Ef. 3:8), y por el lado negativo, Canaán representa la sección aérea o celestial del reino tenebroso de Satanás. Como príncipe de este mundo (Jn. 12:31) y príncipe de la autoridad del aire (Ef. 2:2), Satanás tiene su propia autoridad (Hch. 26:18) y sus propios ángeles (Mt. 25:41), quienes, como subordinados suyos, son los principados, las potestades y los gobernadores del mundo de estas tinieblas (Ef. 6:12). Por tanto, él tiene su reino (Mt. 12:26), la autoridad de las tinieblas (Col. 1:13). Los cananeos tipifican a los ángeles caídos, los ángeles rebeldes seguidores de Satanás (Ap. 12:4, 7), quienes han llegado a convertirse en las potestades, los gobernadores y las autoridades del reino de Satanás (cfr. Dn. 10:13, 20). El combate que los hijos de Israel libraron contra los cananeos a fin de tomar posesión de la buena tierra y disfrutar de ella tipifica la guerra espiritual que la iglesia como colectividad, con todos sus miembros, libra contra las “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12) para conseguir que los santos disfruten a Cristo como la tierra todo-inclusiva. La iglesia tiene que ser tal guerrero corporativo, el cual combate contra las fuerzas aéreas de Satanás en procura de que el pueblo de Dios gane más de Cristo con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo, con lo cual logra el establecimiento y la propagación del reino de Dios a fin de que Cristo pueda regresar a heredar la tierra.