Los milagros de Elías, al igual que las riquezas, la gloria y el esplendor de Salomón, pertenecían por completo a la esfera física, a la economía antiguotestamentaria de Dios. Esto no conllevaba ninguna cosa espiritual en la economía neotestamentaria de Dios. Véase la nota 1 R. 4:301.