Los dos primeros reyes, David y Salomón, son tipos importantes de Cristo en dos aspectos. En primer lugar, David tipifica a Cristo en lo referido a Sus sufrimientos en la tierra antes de Su resurrección. Desde el día que nació, Cristo padeció sufrimientos. Su vida comenzó en un pesebre en la más humilde condición y terminó en la cruz donde fue crucificado. El pesebre y la cruz estuvieron en los dos extremos de Su vida de sufrimiento. También David sufrió desde su juventud; pero mediante sus sufrimientos él preparó los materiales (1 Cr. 18:7-11; 22:2-5, 14-16; 28:2; 29:2-9), obtuvo el terreno apropiado para la edificación del templo (1 Cr. 21:18-30; 2 Cr. 3:1) y preparó a Salomón, el edificador, y a todos sus ayudantes (1 Cr. 28:9-11, 20-21). En segundo lugar, Salomón tipifica al Cristo (Mt. 12:42) cuyo hablar imparte la palabra de sabiduría de Dios (Mt. 13:35), que edifica la iglesia como templo de Dios (Mt. 16:18; 1 Co. 3:16; Ef. 2:21-22) y que es glorificado en el reino de Dios con su esplendor (Is. 9:7; Ap. 11:15). Estos dos tipos son evidencia contundente de que la historia de los reyes de Israel guarda relación con la economía eterna de Dios, que se centra en Cristo como corporificación de Dios y en la iglesia como Cuerpo orgánico de Cristo.